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Maldita reencarnación—Capítulo 7: Ciel (1)

Ciel (1)

 

“Entonces…” Ancilla se detuvo mientras intentaba calmar su agitación.

Sin embargo, cada vez que veía a su hijo cuyos ojos se habían hinchado de tanto llorar, se veía en riesgo de perder el control de sus emociones. Ancilla puso una mano en su pecho para mitigar su frustración y tomó un abanico para ventilar su cara.

“…Mi hijo, Cyan, retó a duelo a un descendiente colateral… ¿y perdió?”

“Si.” Respondió Hazard.

Hazard se aseguró de no levantar su cabeza inclinada. No quería aumentar el número de regaños que recibiría de esta tigresa malhumorada levantando su cabeza sin necesidad.

“Encima de eso, ¿dijiste que ese niño no ha entrenado su maná?”

“Si…”

“Eso no tiene sentido.” Declaró Ancilla. Sin notarlo, su reacción replicaba la de Cyan.

Miró a su hijo incrédula. Cyan solo se quedó parado, sorbiéndose la nariz, con su mirada clavada al suelo.

“Ven aquí.”

“…Madre…”

“¡Te dije que vengas!” Ancilla chilló ruidosamente, incapaz de contenerse más.

Los hombros de Cyan temblaron, igual que el resto de su cuerpo. Aun así, aunque con pasos vacilantes, caminó hacia adelante hasta quedar frente a Ancilla.

Respirando profundamente, Ancilla extendió su manó bruscamente.

“¡Agh!” Cyan soltó un quejido.

La mano de Ancilla estaba presionada firmemente contra su plexo solar, aunque el dolor aún no había desaparecido del todo… Hazard miró con pesar a Cyan antes de volver a inclinar su cabeza.

“¿Y de un solo golpe?” Dijo Ancilla entre dientes.

“¡Madre, duele…!”

“¡Quédate quieto!”

Justo antes de que diera un paso atrás, el cuerpo de Cyan se tensó ante la orden. Ancilla usó toda su fuerza y presionó su plexo solar repetidamente sin remordimiento. Cada vez que lo hacía, Cyan tenía que apretar los dientes para contener un grito.

Ciel estaba observando esto con una expresión decaída desde su asiento al fondo de la habitación. Estaba a punto de estallar de ganas de decir algo, pero, aun con lo joven que era, Ciel sabía muy bien que no había nada que ganar abriendo la boca aquí.

“Hazard, ¿estás dispuesto a jurar que viste correctamente?” Ancilla se volvió hacia Hazard.

“…” Hazard vaciló.

“Te pregunté si estás dispuesto a hacer un juramento.” Ancilla se repitió. “Ese mocoso, ¿de verdad no ha entrenado su maná?”

“Si, estoy dispuesto a jurarlo.” Finalmente, Hazard cedió.

Bajo ninguna circunstancia se debía hacer un juramento a la ligera. Sin embargo, si se quedaba callado en este momento, definitivamente le esperaba algo terrible. Hazard estaba seguro de ello.

“El hijo del Señor Gerhard, el Maestro Eugene, no ha entrenado su maná. Ni una pizca de maná se puede percibir viniendo de su cuerpo.”

“¿Es así?”

Ancilla buscó en su memoria el nombre de Gerhard. Su nombre no le venía a la mente de inmediato, lo que implicaba que ya lo había clasificado como un nombre que no valía la pena recordar. Lo que significaba que… definitivamente era uno de la provincia de Gidol. Ella parecía recordar que Gerhard era el nombre de un cierto insecto que ni siquiera poseía un título oficial y estaba enterrado lejos en el campo. Era de una línea colateral que se había separado de la principal hace cientos de años. Hasta ahora, ni un solo miembro de esa casa había tenido un impacto.

“Mi hijo…” Dijo Ancilla mientras levantaba la camisa de Cyan.

Cyan cerró sus ojos mientras su cuerpo temblaba de miedo.

Ancilla continuó. “Fue derrotado de un solo golpe… por alguien que ni siquiera ha entrenado su maná.”

Su estómago estaba coloreado vívidamente en negro y azul. Ancilla Resopló frente a la seriedad de estas heridas. Ella también provenía de una familia marcial. Su padre, el Conde Caines, mantenía una posición importante en la milicia del imperio.

“Si, definitivamente esto lo provocó un solo golpe. Ciel, ¿Cómo fue que perdió tu hermano?” Preguntó Ancilla.

“M…Madre. Eso es…” Balbuceó Cyan.

“No te estaba preguntando a ti.” Ancilla le lanzó una mirada afilada a su hijo. Sus ojos eran tan intimidantes que era difícil imaginar que estaba mirando a su propio hijo de trece años.

“…En el momento en que el duelo comenzó, Eugene apuñaló con su lanza.” Dijo Ciel con labios fruncidos. “Mi hermano se sorprendió he intentó retirarse, pero la lanza de Eugene fue demasiado rápida para esquivarla.”

“¿Cuánto distancia había entre ellos?” Cuestionó Ancilla.

“Era ligeramente grande.”

“¿Y qué estaba haciendo tu hermano en ese momento?”

“Estaba intentando levantar su espada.”

Todo esto paso apenas hace una hora, no hace suficiente tiempo como para que fuese difícil de recordar. Con cada respuesta que daba Ciel a las preguntas de Ancilla, el cuerpo de Cyan temblaba de ansiedad.

“Es…” Cyan iba a intentar defenderse.

Sin embargo, Ancilla, quien había terminado de procesar toda la historia, dijo con desdén. “¡Tú, niño tonto!”

¡Zas! (T/N: Lo tuve que buscar, esta es la onomatopeya de una bofetada en español ¬¬)

La cabeza de Cyan se giró a un lado. Cyan apretó los dientes y contuvo un quejido, habiendo predicho que esto sucedería.

“¡Alguien que ni siquiera ha entrenado su maná! ¡Un mocoso que tiene tu misma edad…! ¡¿Le permitiste dar el primer golpe?! ¡Ni siquiera pudiste esquivar apropiadamente! ¡Lo dejaste cerrar la distancia! Y cuando te golpeó, tú… ¡¿tú colapsaste vomitando por todos lados?!”

Ancilla complementó cada chillido con una bofetada en una de las mejillas de Cyan. Con cada golpe, la cabeza de Cyan giró de un lado al otro. Los golpes no tenían la intención de herir, ya que ninguno contenía maná. Sin embargo, era excesivo infligir tal tipo de castigo corporal en un joven niño.

“A plena luz del día… ¡donde cualquiera, incluso los plebeyos, podían verte claramente! ¡¿Te atreviste a perder luego de pedir el duelo?! ¡¿Quieres ver a tu madre colgándose de la vergüenza?!” (T/N: Si, si dijo eso. Lo culpó de su suicidio hipotético.)

“P…perdón… Lo lamento, madre…”

Podía amortiguar sus quejidos de dolor, pero no podía contener sus sollozos. Corrientes de lágrimas fluían de los ojos de Cyan mientras se sorbía la nariz. No obstante, Ancilla sintió ira en lugar de simpatía viendo las lágrimas de su hijo.

“¿Crees que mereces llorar?” Reclamó Ancilla.

“Hip…” Cyan sollozó. (T/N: onomatopeya de hipo.)

“¡¿Por qué harías algo tan innecesario que solo hará las cosas más complicadas para tu madre?! Tu padre regresará pronto para la Ceremonia de Continuación del Linaje, pero ahora ni siquiera sé si podré mirarlo a la cara… ¡¿Y cómo podré enfrentarme a esa perra de Tanis después de esto?!”

Con el objetivo de entrenar, Gilead Lionheart, el patriarca de la casa principal de los Lionheart, había estado lejos de la mansión por tres años.

Bajo tales circunstancias, la autoridad de líder normalmente terminaría en las manos de Tanis, la primera esposa. Sin embargo, durante la ausencia de la cabeza de la familia, la autoridad no había recaído en la primera esposa, si no en Ancilla.

Había una razón sencilla para esto. Luego de dar a luz a su hijo, Eward, el cuerpo de Tanis terminó infértil, incapaz de tener más hijos. Gilead, quien deseaba hacer grandes preparativos para la continuación de su linaje, no podía estar satisfecho con solo un hijo. (T/N: no es un error, es Eward en lugar de Edward.)

Por esta razón fue que tomó una segunda esposa, Ancilla, quien dio a luz a dos mellizos.

-Si hay tres, entonces es suficiente.

Esa era la respuesta que daba Gilead cada vez que el tema aparecía, pero Ancilla nunca estaría de acuerdo con esto. La razón por la que ella, la hija del Conde Caines, se había negado a montones de buenas propuestas de matrimonio y en su lugar se había unido a la familia Lionheart incluso soportando la vergüenza de ser una concubina, fue porque Ancilla estaba obsesionada con el prestigio del nombre Lionheart.

“Todos ellos… Todos se van a reír de mí. Definitivamente.” Masculló Ancilla mientras se mordía las uñas, imaginándose la expresión de Tanis cuando se enterara de esto.

Cyan, quien estaba aterrado frente a la apariencia frenética de su madre, tartamudeó y trató de hablar. “Y-yo lo retaré de nuevo. Para que madre no se avergüence yo…”

“¿De nuevo?” Preguntó Ancilla, su voz elevándose agudamente.”¡¿Por qué está pensando en retarlo de nuevo cuando ya te derrotó una vez?! ¡No hagas nada innecesario y mantente alejado de los problemas hasta la Ceremonia de Continuación del Linaje!”

“Pero…” Protestó Cyan.

Sin dejar que terminara de hablar, Ancilla gritó. “¡Hazard!”

La cabeza de Hazard aún estaba inclinada, y sus hombros temblaron al responder. “Si, mi señora.”

“Desearía poder deshacerme de ti para siempre.” Dijo Ancilla mientras sus puños temblaban de rabia. “Pero… no puedo hacer eso, ¡aunque permitiste que algo como esto pasara…! Porque tu… eres un caballero favorecido por mi esposo. Lo que significa que no debe haber problemas con lo que le has estado enseñando a mi hijo, ¿verdad?”

“…” Hazard se mantuvo en silencio.

“Si tus enseñanzas no son el problema, entonces… ¡mi hijo…! Ya que él no aprendió correctamente, fue derrotado por ese mocoso campesino.”

“…Mis disculpas.”

En tal situación, donde no podía afirmar o negar la acusación y donde mantener la boca cerrada no era una opción, ofrecer una disculpa era lo mejor que podía hacer Hazard.

“…Vete y llévate a Cyan.” Ordenó Ancilla.

“Madre…” La voz de Cyan se fue apagando.

Ancilla ignoró su suplica. “Ve y hazlo más fuerte, lo suficiente como para que nunca más vuelva a manchar mi reputación.”

Hazard asintió y se retiró. Aunque Cyan estaba llorando, siguió las ordenes de Ancilla sin cuestionar, dejando la habitación con Hazard.

“Ciel, tu quédate por un momento.” Llamó Ancilla.

Atrapada a punto de intentar mezclarse con los otros, la cara de Ciel se retorció. “…Si.”

Sin decir una palabra, regresó a su asiento y esperó pacientemente mientras echaba vistazos a la expresión de Ancilla.

Ancilla finalmente empezó a hablar. “…Ese mocoso, dijiste que su nombre era Eugene, ¿cierto?”

“Si.”

“¿Tú también lo retaste a duelo?”

“No, yo no lo reté.”

“¿Por qué no?”

“Mi hermano perdió en un solo ataque. Si hubiésemos peleado, yo tampoco habría podido ganar.” Ciel respondió con un balbuceo casi inaudible.

Aunque había decidido responder honestamente, estaba preocupada de que su madre se enojaría más ante su respuesta.

Sin embargo, Ancilla no ardió de ira como antes y en su lugar dijo. “Lo hiciste bien.”

Casi como si fuera otra persona, ahora estaba observando a su hija con ojos tranquilos.

“Si incluso tu hubieras venido aquí luego de ser derrotada… yo de verdad me hubiera colgado de la vergüenza.” Confesó Ancilla.

“Por favor no digas tales cosas, madre.” Ciel chilló.

Claro, Ciel ya sabía que su madre no era el tipo de persona que acabaría con su propia vida bajo ninguna circunstancia. Pero había aprendido desde que era joven que podía mejorar el humor de su madre actuando linda. (T/N: “Cutesy” significa “cursi”. Pero es más fácil de entender así.)

“… ¿Cómo es ese chico, Eugene?” Preguntó Ancilla.

“No estoy segura de sí entiendo lo que quieres preguntar, madre.” Admitió Ciel.

“Hablo de su apariencia e impresión.”

“Su apariencia… hum… creo que es más guapo que mi hermano. Por otro lado, la impresión que da… es algo raro…”

“¿Raro? ¿De qué manera?”

“Cuando estaba discutiendo con mi hermano, actuaba infantil y mezquino. Pero cuando habló con Hazard, parecía mucho mayor.”

Ante esas palabras, Ancilla se quedó pensativa por un momento. Ya que el chico solo tenía trece años, podía entender que fuera infantil y mezquino. ¿Pero que pareciera mayor cuando hablaba con Hazard?

Ciel continuó. “Él… seguía diciendo algo sobre el honor. También dijo que mostrar piedad en un duelo era un insulto hacía su oponente. Luego de que Eugene dijera eso, Hazard fue el que se disculpó.”

“¿…Se disculpó?”

“Sip. Diciendo que había hecho un “’comentario presuntuoso.’”

Mientras Ciel recordaba ese momento, empezó a sonreír sin darse cuenta. Pronto, recordó que no estaba en una situación divertida y volvió a su expresión seria, pero Ancilla estaba muy distraída para notar el descuido de Ciel.

‘… ¿Un ‘comentario presuntuoso’…?’ Consideró Ancilla.

Parecía que luego tendría que llamar a Hazard de nuevo y escuchar la historia completa de su parte.

Con un ligero asentimiento, Ancilla preguntó. “¿Te enoja que Eugene haya golpeado a tu hermano?”

“…Si.” Dijo Ciel eventualmente.

Esto era una mentira. Aunque no odiaba a su hermano, la escena de él llorando mientras pretendía ser arrogante le resultó bastante divertida.

“No debes buscar venganza ingenuamente en nombre de tu hermano.” Advirtió Ancilla, aunque ya conocía los verdaderos pensamientos de su hija.

Ya que los dos eran mellizos, Cyan y Ciel habían estado juntos desde su nacimiento. Ciel reveló su carácter desde temprana edad, constantemente haciendo bromas y provocando desorden mientras seguía a su hermano por todas partes. Ancilla sabía que Ciel era una niña que priorizaba su propio entretenimiento sobre el afecto que tenía por su hermano.

“…Por ahora, tu hermano estará ocupado recibiendo lecciones de Hazard.”

“Entrenaré con ellos.” Ciel se ofreció.

“Claro que lo harás. Sin embargo, no te centres mucho en eso y trata de hacerte amiga de ese niño… Eugene.”

“¿Por qué?”

“Es bueno tener muchos amigos.” Ancilla evadió, sus ojos se volvieron fríos.

Ese mocoso había derrotado a su hijo y manchado su reputación. No obstante, oír que Eugene había derrotado a su hijo sin entrenar maná la había sorprendido.

“…Por ahora, ese chico, Eugene, sigue siendo lo suficientemente fuerte para vencer a tu hermano. Como tal, será mejor ganarse su favor.” Explicó Ancilla.

“¿Es así?” Preguntó Ciel, confundida.

“Así es.”

Ancilla calmó sus hirvientes emociones. Siendo honestos, quería seguir sus impulsos y lisiar a Eugene para que no pudiera moverse por el resto de su vida. Sin embargo, no podía hacer eso.

Hace cientos de años, había tomado lugar un intenso conflicto para decidir quién heredaría la línea directa de los Lionheart. De alguna manera se logró negociar la paz. Pero desde entonces, asesinar a un pariente se había considerado un grave tabú en la familia Lionheart. La razón por la que Gilead, el patriarca actual, había dicho ‘Si hay tres, entonces es suficiente’ en primer lugar era porque estaba preocupado de que incrementar los herederos de la familia principal llevaría a que intentaran matarse entre ellos en pos de su ambición.

La propia Ancilla no quería arriesgarse a romper este tabú que se había transmitido por cientos de años solo por este asunto.

‘Y si él es herido, yo seré la que parezca más sospechosa.’ Razonó Ancilla.

Aunque era tradición que los miembros de la línea directa podían oprimir abiertamente a las líneas colaterales durante los días en que se preparaba la Ceremonia de Continuación del Linaje, Aun había una ‘línea’ que tenía que tenerse en cuenta. Por ejemplo, disponer a una sirvienta torpe a ser su asistente personal, asignarlos a un anexo en desuso, y acosarlos por asuntos triviales; sin importar cuanto alboroto causaran, esas cosas no cruzaban la ‘línea’.

No obstante, si esta línea se cruzaba, los Guardianes de los Mandamientos Familiares intervendrían en la situación.

Solo pensar en ello provocaba que el cuerpo de Ancilla temblara de horror. Ancilla no deseaba involucrarse con los Guardianes, especialmente por un asunto tan deshonroso.

‘Entendido, madre.’ Dijo Ciel, asintiendo con una sonrisa suave, luego de pensar por un momento. “Me aseguraré de acercarme a Eugene. Eso es todo lo que tengo que hacer, ¿no?”

No tenía el más mínimo problema con hacer eso. Ciel estaba, en su lugar, sintiendo una intensa sensación de curiosidad por ese misterioso pariente suyo.

 

 

Notas:

(T/N: Nuevo cap en lunes. Quien sabe el próximo, podría salir incluso el domingo… jejeje.)

(Nuevamente, si hay algún error o algo que crean mejorable déjenlo en los comentarios.)

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