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Neo 2.0 — Prólogo

Absolute: 😊


 
INSTALANDO UN NUEVO SISTEMA
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Pasaron décadas entre conversaciones, acuerdos incompletos y vacíos legales de paz, sin lograr ningún entendimiento claro, pero eso ya era cosa del pasado.
Los tratados de paz entre los humanos y los Eltios llegaron a su fin, concluyendo en una definitiva y sólida paz. El fin de las guerras irracionales entre estas especies racionales, era anunciado como el inicio de una nueva era prospera en el continente de Tholvar.
Una mejora en las relaciones diplomáticas, comerciales y nuevo avance al sector tecnológico. Las relaciones entre estas especies con el tiempo habían mejorado bastante, tanto que la paz era un sueño real.
Los eltios era una de las especies racionales conocidas, con larga existencia. Su promedio de vida era de dos mil años, ocupaban el cuarenta por ciento del continente y sus naciones se ubicaban en las extensas áreas de bosques, en cada extremo cardinal de Tholvar.
Extrañamente esos lugares guardaban una gran riqueza de recursos atractivos para los seres humanos, sus ambiciones de desarrollar como especie y mantener su subsistencia. Transcurrieron aproximadamente siete mil años desde que el ser humano se consolidó como una nueva especie racional.
Siendo la especie humana la décima en ocupar el mundo conocido como Aqhuart, conformado por tres grandes continentes y siete grandes islas.
Día 7 del calendario lunar, Año 2030 D.P.R.
Continente Tholvar: La 10.° Plaza de la Promesa, territorio político neutral.
Miles de humanos y Eltios se encontraban reunidos en aquel lugar conocido como “La Plaza de la Promesa”, un sitio sagrado para todas las especies racionales. Un complejo arquitectónico de miles de años que aún mantenía su majestuosidad ante el tiempo, una hermosa plaza que conmemoraba el final de una antigua guerra conocida como la “Guerra de los Dioses”.
Cada espacio o brecha era insuficiente, las calles circundantes a este lugar se encontraban aglomeradas de individuos apretándose entre sí, el sol rojo quemaba y derretía en gotas de sudor a los humanos que esperaban las formalidades necesarias para el acuerdo de paz.
También la comunidad de los Eltios era afectada por el calor y exhumaba de su piel un fragante aroma que refrescaba el olfato de los humanos que se encontraban cerca.
La apariencia de los Eltios se asemejaba con los humanos, pero su anormal estatura que sobrepasaba los  dos metros, su piel clara, sus orejas puntiagudas, como también la extraña corona de rosas o hojas que crecía en su cienes y  la capacidad de poder manipular la energía de sus cuerpos, también la que los rodea, alterando las reglas de la propia naturaleza. Aunque rara vez lo hacían.
Era la mayor distinción de su especie.
En el centro de este gran suceso se encontraba Darío Solanger, una importante y reconocida fuerza política y social en lado humano, siendo el representante diplomático de la raza humana. Y del otro lado se encontraba Lassiel Elfiel, “el señor de la abundancia”, conocido así por su pueblo y los demás clanes Eltios.
Mientras que la cosmovisión humana se estructuraba en republicas estatales o monarquías, con autonomía limitada a su propio territorio, que seguía principios generalizados y establecidos en acuerdos o pactos internacionalizados impregnados en hojas de papel.
Los eltios no necesitaban declarar sus alianzas, ni muchos menos sus normas, solo bastaba trasmitirla de forma convencional en cada actuar diario. Mediante la práctica del vivir y dar entender a las siguientes generaciones lo que se debe respetar, lo que se debe repudiar, lo que no se debe imitar y lo que no se debe seguir. Para ellos el comportamiento humano era lo que definitivamente no se debía imitar o seguir. Pero justo hoy era un día excepcional y único.
Después de haber seguido las formalidades propuestas en mayoría por los humanos, los representantes se miraron de frente y estrecharon sus manos, poco después se abrazaron  para luego caminar hacia el atril de piedra que se encontraba a unos cincos pasos de donde se encontraban. El bullicio proveniente de las masas entremezclado entre aplausos y alabanzas resonaba en todo el área.
La paz ya era un hecho, o eso debía suponerse en aquel momento de algarabía.
—Gracias por estar aquí y por favor guardar silencio.
Darío Solanger pidió silencio atreves del mecáfono instalado en el atril, tratando de observar todo el lugar a su alrededor, sonrió y se dirigió al público que anhelaba escucharlo.
—Hoy aquí presente en la 10.° plaza de la promesa donde no sólo veo humanos, también veo Eltios juntos sin importarles diferencia alguna —levantó las manos con euforia— o sosteniendo armas para destruirse los unos a los otros. Mis ojos no pueden creer tal realidad y sugieren que este es un hermoso sueño del cual no quiero despertar, el cual con gran anhelo y ferviente convicción, ¡¡¡quiero que continúe!!! —Levantó su voz— ¡¡¡Adiós a la destrucción sin sentido!!! ¡¡¡A las muertes injustificadas de humanos y Eltios!!! —Bajo el tono de voz y mostró una mirada de convicción— Adiós a todas las razones infructuosas que causaron caos y muerte entre humanos y Eltios.
La seguridad establecida en acuerdo entre los líderes humanos y los jefes de los clanes eltios, era tan efectiva que se podía rastrear movimientos extraños justo antes que sucedan, esto sólo aplicaba si eras un ser bio-orgánico con capacidad de discernir, pero hasta este punto la única preocupación eran solo otras razas que no les convenía este acuerdo. La combinación de la tecnología humana con las habilidades sobrenaturales de los eltios creaba una inquebrantable defensa, una poderosa arma de ataque y justo ahora eran usadas para proteger aquel glorioso evento.
—Hoy. En este momento. Esta hora. Esta fecha jamás será olvidada, porque…
Se oyó un extraño sonido irreconocible para los Eltios y muy poco familiar para los humanos, era como un silbido al cual le habían subido más el volumen  y creaba ecos que parecía que venía de todas las direcciones, como una nave voladora que cruzaba los cielos.
Luego de un segundo algo cayó del cielo, levantando todo el polvo de un solo impacto. La nube de polvo cubrió toda la zona, el silencio y el desconcierto se apodero de la multitud, la dudas vagaban en la mente de los asistentes que no podían entender si este era un ataque terrorista venido de otra especie racional o era parte del itinerario de este evento.
Al momento que el polvo se disipo una explosión volvió a levantarlo, seguido de más explosiones, repitiéndose una y otra vez.
Los cuerpos de humanos sin vida salían volando por doquier.
El asombro acaparaba cada mirada desconcertante de las personas alejadas a unos cuantos metros de aquel abominable hecho, que sucedía sin poder entender el porqué. La situación de por si era un caos que nadie había previsto ni en sus peores suposiciones de ataques terroristas.
Un sonido metálico invadía las mentes de los que esperaban que alguien detenga esa barbarie, pero la impresión de aquello que nunca habían visto, frenaba el actuar de los guerreros eltios y los entrenados soldados humanos.
Unos minutos después estos hombres y Eltios que habían entrenado, vivido para estas situaciones de peligro. Se pusieron en marcha a detener aquella cosa que aunque era extraña desde punto de vista de humanos y Eltios, pero tenía el sello inconfundible y único para enmarcarlo como “creación humana”.
Aquella cosa que no era un ser vivo,  no  tenía ni necesitaba una boca para hablar; se detuvo en aquel momento en que varios soldados humanos vestidos con trajes negros de protección, cascos que cubrían sus cabezas y guerreros Eltios vestidos con aquellas ropas tribales, compuestos por pieles de tigrillos azules con manchas rojas oscuras, usando nada más que lanzas.
Rodearon entre todos a la máquina para evitar que aumentaran las víctimas.
La máquina. Del interior de su cabeza metálica, de su cuerpo hecho de metal y caucho en las articulaciones. Salió una voz entrecortada que apenas se podía entender.
—[Probabilidadswewdasxsadaa de compleasadtar la misión un 90% sin ser destruido… Revisando parámetros esssssssssssstableciendo nuevos factores, agregar al análisis la capacidad de lucha de la especie racional conocida como eltios…— La voz de la cosa mecánica empezaba a distorsionarse— Asegurar el cumplimiento de la misión con 100% de acierto sin importar el deterioro de la unidad de prueba cód. 000000001A… Resssssssssssspuesta del aaaaaaaanálisis autodestrucción definitiva…]
Al escuchar esto. Soldados y guerreros eltios atacaron sin vacilar aquella creación humana, usando todo el potencial pero parecía insuficiente el daño que le causaban, no podían detener aquella máquina maquiavélica.
Todo el cuerpo metálico de aquella creación humana empezó a brillar, convirtiéndose en una brillante luz, hasta que aquella luz cegó los ojos de soldados humanos y guerreros eltios sin distinción.
En ese momento el tiempo se detuvo y los pensamientos de un humano escondido tras un atril se repetían mortificando en voz alta, apuntando la culpa a sí mismo y a otros.
—¿Qué hemos hecho? ¿Que hemos hecho? ¿Por qué nos ata….?
Aquel era Darío Solanger, algunas dudas atormentaban su mente y no podía controlar ese miedo incontrolable e irreconocible. Aquella luz radiante lo cubrió.
—¿Quién sabe? Quizás es este el castigo que les esperaba por sus tremendas estupideces del pasado, como también de su presente.
Para luego escuchar la voz senténciate y que se desvanecía de aquel eltio conocido como Lassiel Elfiel. Él cual misteriosamente desapareció de aquella escena violenta, al igual que la mayoría de su especie.
La  gran explosión causada por la máquina, sólo dejo una desértica llanura con un gran hoyo en el centro. La décima plaza de la promesa había desaparecido para siempre y con ella un aproximado de cuatro mil seres humanos entre adultos y niños.
Y un determinado de diez eltios, los cuales eran guerreros y no pudieron escapar a tiempo.
Aquella cifra fue indignante para los humanos como también lastimosamente una gran tragedia, la mayoría de sus líderes perecieron en ese lugar y aquel suceso fue el inicio de una agobiante pesadilla.
Aquel momento, aquella hora, aquella fecha jamás se olvidó.
Aunque lo hubieran intentado con todos los métodos existentes, a los humanos no se les permitió olvidar, porque aquella escena se repitió y se volvió repetir aunque los años pasaran.
Al punto de casi extinguir a la décima especie racional de aquel mundo conocido como Aqhuart.


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