Absolute: Perdón por el gran retraso :v
Capítulo 2:
CONEXIÓN FALLIDA: “Dispositivo De Personalidad Desconocido”
«Parte 1»
—Su irresponsabilidad y mal juicio son los culpables de esta gran tragedia. Su presura por arrebatar la propiedad ajena de gente que ya se encuentra muerta, lo muestra tal y como es. Una simple bestia carroñera que se aprovecha de pobres seres muertos; usted es una escoria entre las escorias de este lugar, mas no puedo evitar agradecerle por su esfuerzos por mantener viva esta colonia. Me han comunicado que encontró un sobreviviente en ese lugar, no he tenido la oportunidad de verlo —su voz suave era elegante e imponente al mismo tiempo, sus ojos azules miraban con desprecio al humano conocido como Lux Arqueides.
Lux se encontraba sentado —separado por una mesa ovalada del consejo compuesto de nueve ancianos y una eltio— acompañado por dos guardias en cada lado, con la mirada perdida y sin prestar la atención posible a la oradora, la eltio que dirigía aquella reunión.
—No obstante, eso no lo exime de sus actos. Será castigado por llevarse a uno de los jóvenes al exterior sin nuestro consentimiento y por no poder proteger a su compañero del peligro. —La oradora estiró un brazo para luego apoyarlo sobre el libro que se encontraba a lado de ella.
Los nueve ancianos a cada lado de la eltio miraban con airees de inferioridad al amonestado, mostrando unas muecas de desagrado que ni siquiera trataban de disimular; esperaban el momento de retirarse.
—¡Esa es nuestra decisión! Yo, Folsy Yvetania, por el poder conferido por los miembros del consejo, te sanciono a una semana de encierro en el calabozo. —Aseveró la Eltio, mirando con desprecio a Lux Arqueides mientras daba la sentencia.
—Supongo que esta formalidad ya termino, ¿o no? … Ya me puedo ir a buscar mi paz interior en esa celda oscura, porque tanto escucharla me dio sueño, señora protectora de nuestra cueva imperial —el tono irónico de Lux Arqueides mostraba el desgano que lo caracterizaba.
Y también el desacuerdo que sentía frente a ese grupo de nueve ancianos cobardes y como solían dejar toda responsabilidad sobre la Eltio, escondiéndose como niños pequeños tras su mamá.
—No olvide que tiene actuar de acuerdo con el plan de contingencia y resguardo, así que perdone mi atrevimiento, pero su aplicación de resguardo por siete días a mi parecer no será suficiente. Le recomendaría un mes como mínimo —dijo Lux, retraído en sus pensamientos.
Observaba a la panda de inútiles que consideraba abiertamente al consejo. Cierto era que Lux no tenía mucho tiempo en aquel lugar, aún estaba agradecido por acogerlo y que sus escasos ingenieros le hayan eliminado parcialmente su incapacidad con la construcción de su brazo protésico.
Pero el miedo al exterior estaba tan arraigado a los habitantes del refugio, Lux lo entendió tan pronto como llegó. La mayoría de las personas que convivían en este lugar, su sentido común se encontraba algo atrofiado, incluso pecaban de tontos. Habían transcurrido unos cuarenta años antes que él llegara sin que esta gente sepa más de lo necesario, esto solía deberse a la sobreprotección de esos nueve ancianos y esa abnegada, orgullosa y temerosa Eltio que protegía sin restricción alguna, ahogando a los residentes en la ignorancia y el miedo.
Tiempo atrás no sabían cómo defender aquella guarida natural que los resguardaba del encuentro contra esas máquinas, contra otros tipos de invasores y solo dependían de las sobrenaturales habilidades de la líder eltio, pero eso había disminuido un poco.
—Lo tomaremos en cuenta, señor Lux. —Folsy miró detenidamente al simple humano rebelde e impredecible, esbozó una sonrisa imperceptible para luego alimentar su ego natural y su sentido de lógica—. Aunque no es necesario preocuparse demasiado, esta cueva ha sido perfecta hasta ahora la composición mineral de esta zona llena de montañas y grandes erosiones. Compromete en la capacidad de los radares de esas máquinas, y así ha sido así durante todo este tiempo… Con todo dicho y eso, por favor llévenlo a su celda.
—Me retiro, entonces.
La pequeña sala de área circular donde se encontraban los líderes de esta comunidad de supervivientes, cuyas paredes eran iluminadas con cristales de daltanita, fue abandonada por Lux Arqueides y los guardias que lo acompañaban.
Aquel refugio liderado por nueve miembros humanos y una Eltio se encontraba en las desiertas y rocosas montañas de “Erupsia”, que milenios atrás fue el hogar del temido Drayner conocido como “Eragon, el dios de la desgracia”.
Los drayner son una cierta especie dominante, tiránica y considerada por otros como dioses por el simple hecho de ser las primeras entidades que ocuparon el mundo. Seres gigantesco que solían alimentarse de daltanita —tiempo después de Eltios y humanos— adoraban el oro y solo de esta manera los humanos pudieron convivir con ellos sin agresión alguna por algún tiempo.
Hace más de dos milenios, ellos se desvanecieron de la faz del mundo. Nadie a lo largo o ancho de éste los volvió a ver, teniendo siempre una conexión con la antigua “Guerra de los Dioses”. Los territorios de esta imponente especie desaparecida solían ser de miles y miles de kilómetros; algunos decidían hacer cuevas para buscar por sí mismo su alimento predilecto y otros obligaban a otras especies a buscarlo.
En este actual refugio de humanos, “el dios de la desgracia” había aprisionado a una comunidad de Enians por siglos solo para ser alimentado y destruir las ciudades que solían formarse en su territorio.
Miles de pasadizos y cavernas convertían a este lugar un refugio perfecto, las capas exteriores tenían adheridas pequeños trozos de dalneto, material interfería con toda máquina que funcionara con daltanita. Aunque los daños solían ser temporales, ni una máquina se atrevería pasar un páramo repleto de este mineral.
—¿Cómo se encuentra? —Arthur preguntaba nuevamente, cada dos horas.
Habían transcurrido ya ocho horas desde que llego a su lugar seguro, aún tenía la mente confusa y no podía aceptar que él mismo estuviese vivo.
El mundo del exterior fue lo más peligroso que había visto hasta ahora, los cadáveres de aquellos niños lo perseguían cada vez que cerraba los ojos. Él había estado protegido por este lugar todo este tiempo y en otras partes de este mundo morían muchas personas, incapaces de defenderse. Aquellas almas inocentes hallándose obligadas a separarse de ese débil cuerpo humano no sin antes sentir lo cruel e injusto que era el mundo; él lo había vivido en carne propia, pero en ese infierno alguien apagó las llamas y lo salvó de morir en vano. Ese alguien cuyo nombre aún era un misterio seguía sin despertar.
—A decir verdad, hasta ahora no entiendo por qué aún respira —Leandro revisaba exhaustivamente con el “reflector x”.
—¿Qué quieres decir? —dijo Arthur, mirando con desconcierto al desconocido.
—Hice un análisis más a fondo. Bueno, digamos que hice mi gran esfuerzo por ir más allá, teniendo en cuenta que nos falta un montón de dispositivos de salud y solo tenemos lo básico de lo básico… ¡Siempre le pido a Lux que si encuentra material médico lo traiga, que aun si no funciona bien se puede reparar! ¡Pero casi nunca trae nada!
—Leandro, por favor al grano y no te desvíes de lo que dices…, ¿qué le pasa? —dijo el preocupado Arthur.
—Bueno, está bien. Según esta cosa, su estructura ósea es… extraña. Parece que estuviera compuesta de metal puro. Que cada hueso está hecho de un metal muy resistente e inoxidable, además de que su sangre se encuentra contaminada con daltanita, tanto así que la coloración de su sangre es violeta oscuro en vez de rojo. Aunque sus órganos funcionan correctamente, éstos se ven un poco distintos a los de una persona normal —dijo Leandro al mostrar el esquema médico que proyectaba el reflector x—, pero quién sabe si esta cosa funciona bien. —Con desgano aseveró.
La conversación fue detenida por los movimientos desesperados del paciente x, que empezó a murmurar y ahogarse, mientras Leandro buscaba un calmante entre las pocas medicinas que tenían disponibles en el refugio. Arthur, con una mirada llena de desconcierto y miedo por aquel que lo había salvado, preguntó.
—¿Qué le pasa? —sintió la urgencia de acercarse más al desconocido.
—No es nada de qué preocuparse, solo te digo que en este momento está teniendo pesadillas, y parece que son las peores. —Rápidamente tomo una inyección ya preparada— Con esto se tranquilizará un poco, así que mejor ven cuando él haya despertado…, bueno, yo te aviso —dijo Leandro cuando le inyectó un líquido al paciente sin nombre.
—… —«¿Quién eres?». Arthur miro detenidamente al extraño que lo había salvado.
Justo en ese momento, la persona que le había salvado la vida se veía tan frágil, incluso más frágil de lo que él había sido allá fuera. En su mente aún mantenía la pregunta que le había hecho, cuando estaba afuera.
—Volveré más tarde.
—No te preocupes, yo te avisaré.
—Eso espero.
El desconocido dejó de moverse y Arthur salió de la habitación médica, cerró la puerta y caminó por el corredor retrayéndose en los malos recuerdos que le había dado esa aventura peligrosa.
—… —«El mundo es una mierda» pensó, quejándose otra vez de su suerte.
Caminó por el corredor sin fijarse adónde ir, solo quería olvidar todo lo malo que había visto, pero más y más se le aparecían los cadáveres que había visto.
—… —«Nunca debí escabullirme y desobedecer al señor Lux, soy un maldito idiota».
Escuchaba voces que lo llamaban y otras que los saludaban, pero no les prestaba atención. Por lo que, sin darse cuenta, ya había salido de los corredores estrechos y entrado a los pasillos más anchos y más circulados por los humanos que vivían en esta improvisada ciudad subterránea.
—Oye idiota, te estoy hablando —lo llamó la voz de una joven femenina.
—… —pero Arthur no presto atención y siguió sumido en sus pensamientos.
—¡Desde hace rato te estoy llamando y ni siquiera me prestas atención! —la voz de la fémina tomó un tono agresivo.
—¡¡Aaaayyyy!! —un golpe aterrizó en la cabeza de Arthur, sepultándolo en el suelo rocoso del túnel.
—Oye, imbécil, párate de una vez —dijo la joven voz de mujer.
—¡¿Eh?! —la sorpresa de Arthur era tal que demoró en reconocer esa voz clara y femenina que lo insultaba.
Aún tirado en el suelo, levantó la mirada y vio aquellas piernas atractivas que lucían un vestido que cubría la mitad de sus muslos y un apretado pantaloncillo corto que cubría la fantasía más profunda y pura de un hombre.
—Oye, aún te haces el sordo, niño estúpido —dijo la joven mientras propinaba otra patada en el plexo solar de Arthur— Todo altivo solo por salir del refugio, maldito petulante de mierda. Y por si fuera poco, me ignoras como si no existiera —y otras más cayeron en el maltratado cuerpo de Arthur.
—Espera, Lucia… ¡Detente! —tirado en el suelo, Arthur era molido a patadas.
En esos momentos seguía preguntándose, ¿por qué esa frágil figura femenina era más fuerte que él y los otros jóvenes de su edad?
—¡Para, por favor! ¡Duele muchooo! —«Enserio, no sé qué es peor, ir al exterior o hacerla enojar» pensó mientras gemidos de dolor se le atoraban en la garganta— Lucia, lo siento, no quería ignorarte. ¡Duele mucho! … Duele —Arthur pedía perdón mientras sentía que un vacío crecía en su estómago.
Aquella joven era Lucia Arqueides, de diecinueve años. La hija de Lux Arqueides.
Ojos verdes, un hermoso cabello rubio ondulado, unos atractivos labios rosados adornaban su armonioso rostro, su piel clara y sedosa era agradable, de un metro sesenta y cinco. Una joven belleza a la vista. Pero lastimosamente para Arthur, Lucia siempre solía ser agresiva exclusivamente con él.
—Idiota, eres idiota. ¿Por qué no me dijiste que querías salir junto a papá? ¿Por qué tuve que enterarme por él? —Las patadas de Lucia se detuvieron.
Arthur, dolorido, se levantó y mantuvo la cabeza mirando el suelo.
—¿Sabes cuánto me preocupo por papá cuando se va? Y ahora tú también, estúpido niño llorón, ¡¿qué piensas ganar yendo al exterior?! No ahí está tu hermana o yo para protegerte —Lucia miraba desafiante a Arthur, sin detener su actitud violenta.
—Espera, espera, ¿en serio te preocupas por mí, Lucia? —preguntó Arthur mientras se reincorporaba y empezaba a levantarse de suelo, sosteniendo sus esperanzas en aquella pregunta.
—¡¿EH?! —aquella pregunta tomó por sorpresa a la chica.
—… —«Estoy seguro de que también siente lo mismo, se preocupa por mí. Eso es una señal, ¿cierto? Puede selor». Miró detenidamente a Lucia mientras el dolor de las patadas que había recibido aún continuaba.
—Bueeeno, bue… Cómo no me voy a preocupar de mi mejor amigo, al cual siempre le pegaban y no podía defenderse, siempre te ocultabas detrás de… —dijo Lucia titubeando un poco.
—Sí, bueno, ya entendí, ya entendí…, pero eso era cuando éramos niños y yo era más pequeño que otros de mi edad —«¿por qué me sigues viendo como niño, si solo soy menor que tú por un año?» El corazón de Arthur agonizaba lentamente.
El rostro lleno de ira de Lucia cambió, mostrando una mirada triste.
—Pero ahora ves… —mostrando una leve sonrisa a su amiga— Regresé sano y salvo de ese peligroso lugar —dijo mientras inflaba el pecho.
—¡Sí! ¡Y por tu idiotez, papá fue encerrado al no obedecer las reglas cuando en realidad fuiste tú quien las rompió! ¡Él me conto un día antes de irse que se negó a llevarte! —Lucia blandió su mano hasta aterrizar en la mejilla de Arthur— ¡Y murió una persona, imbécil! ¡¿Y te sientes orgulloso?! En serio, no eras así. ¿Ahora qué te pasa…? —la voz de Lucia era cada vez más histérica.
—Yo, yo, yo… —Arthur no sabía que decir, solo se quedó callado al final.
—¡Iras a presumirlo con esas chicas que no te hacen caso! —unas lágrimas bajaron por las mejillas de Lucia.
—¿Qué pasa?
—… —«Había aceptado que en cualquier momento papá no volverá, pero no podría aceptar la perdida de papá y al mismo tiempo que la de este tonto, sería una carga insoportable. Papá me prepara para eso, pero yo no sabría aceptarlo» Escondía su rostro de la mirada de Arthur, secándose las lágrimas en secreto y volviendo a gritar.
—Perdón —dijo el chico.
—¡Eres un idiota! ¡Cabeza hueca! Solo te importa lo que piensan de ti —dijo, alejándose dándole la espaldas sin volver a mirar a Arthur.
—Pero yo en realidad lo hice por… —decía Arthur a medias.
En ese momento, una gran explosión resonó en el lugar, sorprendiendo a la gente que caminaba por aquellos anchos túneles, la explosión provenía de…
Las oxidadas rejas de la celda eran muy gruesas. Aquel lugar era muy oscuro, muy silencioso, no había ningún guardia para resguardar al castigado, aunque no era necesario, porque no había espacio por donde salir, solo una puerta de acero que solo un guardia podía abrir.
—Qué tranquilidad…
Lux sonreía en la oscuridad mientras se acomodaba en una esquina de la celda, alejándose de las filtraciones de agua que se emanaban del lado izquierdo de la celda. Luego rio pesadamente soltando unas cuantas lágrimas, su mirada cansada perdió brillo, se opacó completamente en aquella fría y cruel oscuridad.
—Nos vemos de nuevo, compañeros. Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad,? No pensé volver a verlos dentro de un largo tiempo —se rascaba la descuidada barbilla en su barbilla, mirando la vacía pared cavernosa de la celda.
Solo oscuridad y silencio había en esa celda.
—Quería pasar mucho tiempo con ustedes. Mell, aún sigues bebiendo como si no hubiera un mañana. Leruz, tus chistes aún siguen siendo pésimos, jodidamente pésimos, carbón —el corazón se le estrujaba lentamente mientras trataba de reprimir unas cuantas lágrimas.
Su voz resonaba en esa vacía celda.
—Zaula, ¿por qué espérate aquel día para decirme que me odiabas? … En fin, quién te entiende… yo no quería cargar con todo el peso, pero no puedo culparte; Perio, no puedo, por qué no he podido proteger a nadie. Siempre has hecho lo posible por mantener al grupo con vida, pero al final no pude protegerte ni a ti, ni a nadie. No pude salvar en el pasado a mi querida María… ¿qué más podías esperar de este inútil? —se detuvo lentamente, alzó su mirada al techo rocoso.
Guardo silencio por largos minutos.
—¿Lucia? No la menciones a ella, es tema distinto, no sé cómo responder sobre aquello. Algún día se revelará contra mía y se irá después de destrozar mi corazón, como cualquier hija, supongo —trató de mirarse las manos en la oscuridad, sin lograr ver nada— Hace poco dejé morir a Marx y miré, sin remordimiento, cómo iban asesinar a un mocoso que no sabía nada de la vida —cubrió sus ojos con el brazo izquierdo— Soy un maldito inútil…
Un estruendo provino de la parte superior de la cueva, sintiéndose un pequeño temblor. Se desmoronaron unas cuantas piedras de la celda-cueva donde él se encontraba.
—¿Qué estará pasando allá arriba? Ummm…, algo interesante debe estar sucediendo. ¿Tú qué opinas, Marx? —el silencio continuaba en esa celda.
El sonido de una pequeña gota de agua al caer al suelo se escuchó con mucha claridad.
—Tan reservado como siempre. No te preocupes si algo peligroso sucede, haré todo lo necesario para que no despierte. Al fin y al cabo, eres el único además de mí que lo sabe.
Una pesada carcajada se oyó en esa celda profunda, donde solo se encontraba Lux Arqueides.
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