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El señor demonio regresado es amable: Capítulo 37

Bueno, la falta de capítulos fue mi culpa. Este arco va a ser traducido por mí, pero básicamente estuve procrastinando :v

En fin, disfruten de los capítulos. Creo que la semana que viene haré un pack grande de una vez y ya, así puedo olvidarme de esto otra vez :vvvvvv


Zich y Hans se abrieron paso por el camino de la montaña. Hans arrastraba un trineo a sus espaldas, y como el trineo no dejaba de enredarse en arbustos y árboles, había que levantarlo la mayor parte del tiempo. El trineo estaba cargado de cadáveres de orcos; los músculos de Hans le pedían a gritos que se detuviera. Su maná también estaba por los suelos, pero Hans estaba contento de haber terminado su entrenamiento.

 

—¿Qué tal fue hoy? —preguntó Zich mientras cortaba un pequeño árbol que bloqueaba su camino. Así comenzó el habitual periodo de autorreflexión. Era difícil arrastrar el trineo mientras pensaba simultáneamente en las pruebas del día, pero Hans ya estaba acostumbrado.

 

—Creo que hoy lo hice bastante bien.

 

—Entonces ¿estás diciendo que has aprobado?

 

—¡N-no, señor!

 

»Cuando luché contra el primer orco no usé correctamente mi hacha. Me hice daño en la muñeca, lo que estropeó los ataques que vinieron después. Y cuando luché contra el cuarto orco, no espacié bien la distancia entre mis ataques. Y por un medio paso extra que tomé innecesariamente, mi hacha casi se parte por la mitad.

 

—Vale, ¿y?

 

Hans intentó recordar más errores en sus batallas, pero no se le ocurrió nada más.

 

—No lo sé, señor —respondió Hans con desánimo. Zich no dijo nada por un momento, y Hans echó miradas furtivas a Zich.

 

—Bueno, hay algunas cosas más, pero ya has pasado. Creo que te has dado cuenta de las cosas importantes.

 

Hans soltó un gran suspiro de alivio.

 

—Entonces ¿hoy no habrá entrenamiento adicional?

 

—Carajo, ¿por qué odias tanto el entrenamiento? Ni siquiera es difícil.

 

—…

 

Hans se mordió los labios con fuerza para intentar no decir nada.

 

—Tu generoso señor simplemente está tratando de conceder tu deseo. Pensé que querías ser como esos héroes de los cuentos. Si es así, la forma más rápida y eficaz de conseguir ese objetivo es recibir entrenamiento de mi parte.

 

Hans suspiró por haber confesado accidentalmente su sueño a Zich bajo la influencia del alcohol.

 

—Si quieres ser un héroe, primero debes tener poder. Entonces podrás golpear a los malos y reírte en la gloria.

 

Zich explicó a Hans su versión de un héroe. La expresión de Hans mostraba que parecía no estar de acuerdo con Zich, pero este último continuó—: Tienes que conseguir poder, ante todo. Después podrás pensar si convertirte en héroe o villano. Si sigues mi entrenamiento, al menos serás uno de los cinco más fuertes del mundo.

 

Hans pensó que Zich estaba exagerando. Sabía que Zich era fuerte y sorprendente, pero no creía que Zich fuera tan fuerte como para ser el más fuerte del mundo. Por lo tanto, no se dio cuenta de que las palabras de Zich estaban basadas en la experiencia y tenían gran credibilidad.

 

—Por supuesto; por mucho que te esfuerces, nunca podrás vencer a un mega genio como yo.

 

Como de costumbre, el día terminó con Zich halagándose a sí mismo, y Hans hizo un puchero. Caminaron mientras conversaban un poco más, y al poco tiempo los árboles y arbustos que bloqueaban su camino desaparecieron. Un suelo ceniciento y gris, sin una sola mancha de hierba, los recibió.

 

—¿Ya estamos cerca? —murmuró Zich.

 

Aunque ya no podían ver los árboles ni la hierba, Zich y Hans seguían en el lecho de una alta montaña. Era un lugar en el centro de la ciudad de Suol llamado la mina de Iruce.

 

Escucharon un ruido cercano. El sol se ponía lentamente y vieron un rastro de gente que bajaba. Las personas eran mineros que parecían haber terminado su jornada de trabajo.

 

—¿Oh? ¿Ese no es Zich?

 

Uno de los mineros —un muchacho cubierto de tierra de pies a cabeza— actuó como si conociera a Zich. Era un hombre al que se le notaban las venas en los antebrazos.

 

—¡Eh, Sam!

 

Zich saludó con los brazos y el hombre llamado Sam se dirigió hacia Zich con un pico sobre los hombros. Los ojos de Sam se dirigieron inmediatamente al trineo con un montón de orcos.

 

—Parece que hoy estuvieron trabajando duro. Qué trabajadores.

 

—Aunque no tanto como un minero.

 

Ambos se echaron a reír, y Hans los observó con asombro. A juzgar por lo que sabía, Zich se había hecho amigo de Sam recientemente. Esto era sorprendente, ya que Zich era de nacimiento noble y había sido el sucesor de una familia de alto estatus. Aunque muchos hubieran protestado contra su sucesión, Zich seguía siendo un noble; así pues, había una gran diferencia de estatus entre mineros como Sam y un noble como Zich. Sin embargo, Zich no parecía evitar en absoluto hacerse amigo de alguien como Sam.

 

Él es un misterio en muchos sentidos.

 

Hans se quedó mirando la espalda de Zich mientras ambos conversaban alegremente.

 

—Hoy atraparon muchos. ¿Dónde los encontraron?

 

—Está a tres horas de camino desde aquí.

 

La cara de Sam se puso rígida. Los demás mineros también aguzaron el oído.

 

—¿Tres horas?

 

—Sí. Pero como podemos usar maná, caminamos más rápido que ustedes y podemos movernos fácilmente incluso en un camino accidentado. A la velocidad de ustedes, probablemente les tome entre seis y nueve horas.

 

—¡Maldita sea! Eso sigue siendo demasiado cerca.

 

Sam volvió a mirar el trineo.

 

—¡Y encima es un orco! No sé sobre los goblins, pero no podemos lidiar con los orcos.

 

—Lo mismo digo.

 

—¿Cómo podríamos siquiera vencer a un solo orco?

 

Con las palabras de Sam, los mineros añadieron cada uno sus comentarios. Su lugar de trabajo, la mina Iruce, estaba cerca de la zona, pero Zich dijo que había encontrado monstruos a una distancia de nueve horas a pie. Además, ni siquiera era un monstruo débil como un goblin, sino un orco.

 

—¿Cuándo es el próximo barrido de monstruos¹?

 

—El mes que viene.

 

—¿No pueden adelantar la fecha?

 

—¿Cómo podemos decidir eso? Los altos mandos deciden la fecha y no es algo en lo que podamos opinar.

 

—Pero debe haber algo que podamos hacer. Es un problema grave que ya haya monstruos cerca de esta zona.

 

—¿Cómo se ocupaban antes de problemas como este?

 

Los mineros comenzaron a debatir seriamente, y Sam a su vez se rascó la cabeza bruscamente.

 

—¡Maldición! ¡La mina ya es un lío por sí sola y ahora tenemos que preocuparnos por esto!

 

—¿Está pasando algo? —preguntó Zich.

 

—Cuando fuimos a las minas esta mañana, nuestros bienes almacenados habían desaparecidos o fueron descubiertos en desorden.

 

—Tal vez se lo imaginaron, o una bestia pasó por ese lugar.

 

—No, realmente no fue nuestra imaginación. Lo comprobamos muchas veces, y también pensamos que era una bestia al principio, pero la gente está preocupada porque los monstruos se acercan a nosotros a un ritmo más rápido de lo habitual.

 

—Incluso si los monstruos aparecieran aquí, no creo que merodearan cerca de las minas.

 

—Si ese es el caso, me alegraría. Quizá sea realmente obra de una bestia. O la obra de un monstruo de las minas.

 

—¿Un monstruo de las minas?

 

—Es una vieja historia que se ha transmitido en Suol desde hace mucho tiempo.

 

Sam miró detrás de él. Sus compañeros seguían hablando entre ellos con expresiones serias en sus rostros.

 

—Hablaremos de eso más tarde. Este es un asunto bastante serio, así que debo participar en este debate. Ah, y gracias por la información.

 

—Entonces más vale me invites una copa más tarde.

 

—Si no es demasiado caro.

 

Sam se apresuró a unirse con sus colegas.

 

Debe ser un asunto bastante serio.

 

Hans no se imaginaba que los orcos que atrapó simplemente siguiendo las órdenes de Zich se convertirían en un asunto tan serio e importante. Para Hans, que estaba empezando a ganar experiencia en la batalla luchando contra los orcos, era difícil pensar tan lejos.

 

—Cada uno tiene sus propios problemas. Solo tenemos que ocuparnos de nuestros problemas. Sigamos avanzando.

 

Ante las palabras de Zich, Hans volvió a agarrar el mango del trineo.

 

—Um…

 

Zich y Hans escucharon una voz vacilante y tímida, y giraron la cabeza hacia el ruido. Había tres mineros que no parecían muy diferentes a Sam; estaban cubiertos por una nube de tierra y parecían relativamente jóvenes. Uno de los hombres parecía un par de años más joven que Zich.

 

—¿Son aventureros?

 

Aventurero; la voz del joven se llenó de romanticismo ante esta palabra, como si estuviera describiendo al protagonista de un cuento que exploraba mazmorras en lugares desconocidos, subyugaba dragones y salvaba a hermosas princesas. Pero eso era solo un cuento de hadas.

 

En realidad, la mayoría de los aventureros se movían en una delgada línea entre un apostador y un matón; vagaban de un lado a otro, soñando con hacerse ricos con un viaje. No estaban llenos de justicia como los describen los cuentos, y la mayoría de ellos se convertían en bandidos por problemas económicos. Por eso, mucha gente no veía con buenos ojos a los aventureros. Sin embargo, el minero que preguntó a Zich y Hans si eran aventureros parecía que todavía creía en los cuentos.

 

—No, no lo somos.

 

Aunque vagaban por el mundo sin ningún plan, Zich y Hans seguían sin ser aventureros.

 

—Escuché que están viajando por el mundo…

 

El joven echó una mirada a los mineros que seguían debatiendo. Sus ojos estaban puestos en Sam, y parecía que el joven se había enterado de esta noticia a través de él.

 

—Eso es cierto, pero ¿quién eres tú?

 

—¡Ah! Me olvidé de presentarme. Soy Snoc.

 

—Yo soy Zich.

 

—¿Me permitirían saber de sus viajes? —preguntó el joven con ojos llenos de admiración ya que no podía lograr sus objetivos.

 

—¡Oye, Snoc! ¿Qué estás haciendo? ¡Tenemos que irnos ya!

 

—¡Tengo que preguntarle algo a esta persona!

 

—… ¡Deja de decir tonterías! ¡Esa gente también tiene que seguir con su trabajo! ¿Por qué los molestas cuando el sol está casi poniéndose? —gritó Sam. Tal vez Snoc también pensó que estaba actuando como una molestia, y retrocedió mientras parecía arrepentido.

 

—Si me encuentro con usted la próxima vez, me gustaría mucho que me contara de sus viajes. Por favor, se lo ruego.

 

* * *

 

Zich y Hans se quedaron en Suol durante un tiempo y se entrenaron. Las habilidades de Hans mejoraron a un ritmo que sorprendería a cualquiera; sin embargo, su velocidad de desarrollo no era nada comparada con la de Zich.

 

¡Ziiing!

 

El maná circulaba suavemente por el cuerpo de Zich. Su cuerpo, que solía crujir cada vez que el maná se desbordaba, no presentaba ahora ningún problema. En ese momento, Zich trató de detener su maná y aumentarlo drásticamente al máximo.

 

¡Tuc!

 

El cuerpo de Zich tembló ligeramente y se detuvo el flujo de maná.

 

Necesito un poco más de tiempo.

 

No le llevaría demasiado tiempo.

 

No llegaré demasiado tarde.

 

El día en que una gran catástrofe caería sobre Suol se acercaba. Zich sentía que podía terminar los preparativos antes de ese momento.

 

Mientras Zich pensaba esto, Hans, que estaba cazando monstruos como de costumbre, descuartizó a un orco. Al igual que Zich estaba casi acostumbrado a su poder, Hans se estaba acostumbrando a su caza de monstruos. El sol empezaba a ponerse y Zich gritó mientras Hans cargaba algunos cadáveres de orcos en el trineo—: ¡Vamos! Bajaron la montaña y se dirigieron a la sucursal de exterminadores de monstruos. Estaba situada un poco lejos de la ciudad porque no podían haber construido una tienda, donde entraban y salían cadáveres de monstruos, cerca de donde vivía la gente.

 

—Eh, hoy también los veo por aquí.

 

Un hombre de mediana edad, rudo y con aspecto de delincuente, les dio la bienvenida. Era el director de la sucursal, llamado Paul Chenu.

 

—¿Cuántos han atrapado hoy?

 

—Seis orcos y tres goblins.

 

Ante la respuesta de Zich, Paul Chenu frunció el ceño.

 

—¡Maldita sea! Están aumentando. ¿Dónde los encontraron?

 

—A unas seis horas de camino según los estándares de una persona normal.

 

Eso era casi a la vuelta de la esquina, cosa que Paul Chenu entendió al tiempo que asentía.

 

—¡Urgh! Me alegro mucho de haber llamado a esos tipos.

 

—¿Esos tipos?

 

—Sí. Esta vez he llamado a algunos aventureros y mercenarios expertos. El barrido de monstruos será el próximo mes aún si tenemos monstruos acercándose. Ya que no podemos cerrar la mina, tenemos que resolver este problema de forma independiente.

 

En ese momento, alguien entró en la tienda.

 

—Ahí tienen uno de ellos.

 

Paul Chenu señaló hacia los lados con la barbilla.

 

Un hombre fuertemente blindado estaba de pie frente a la entrada de la tienda. Su postura torcida y sus gestos parecían poco amistosos.

 

—¡Eh, Drew! Por fin llegaste, ¿eh?

 

Paul Chenu le dio la bienvenida con el brazo levantado, pero el hombre, Uljon Drew, asintió ligeramente con la cabeza. El hombre era obviamente grosero, pero Paul Chenu se limitó a encogerse de hombros. En su campo de trabajo, había muchos tipos con personalidades terribles.

 

Aunque este tipo es uno de los peores.

 

Por supuesto, Paul Chenu no dijo este pensamiento en voz alta.

 

—¿Atrapaste muchos hoy?

 

Drew mostró algo guardado en su puño; era una pequeña caja del tamaño de la palma de su mano. La caja parecía estar hecha de material de madera, y extraños símbolos decoraban su superficie. Abrió la caja. Algo saltó y cayó al suelo.

 

¡Pam!

 

Era pesado. Teniendo en cuenta el tamaño de la caja, el sonido fue fuerte, pero los espectadores pudieron entender por qué cuando se dieron cuenta de lo que era el objeto. La cosa parecía demasiado grande para haber salido de la pequeña caja.

 

—Es un artefacto —dijo Zich junto a Hans, cuyos ojos se abrieron de par en par por la sorpresa.

 

—¿Esa cosa?

 

—Por su aspecto, es un objeto que puede almacenar bienes sin importar el volumen o el peso. Entre los artefactos, ese es del tipo común. Por supuesto, eso no le quita la rareza de su existencia.

 

Hans miró ida y vuelta entre la caja y lo que salió de ella.

 

—¿Eso cuenta como un objeto?

 

Lo que salió de la caja eran cadáveres de monstruos. La mayoría de los cuerpos eran orcos y goblins, pero había cadáveres de monstruos de nivel medio como los troles. Había un número considerable de cadáveres.

 

—Un cadáver puede contarse totalmente como un objeto. Solo es una criatura viva cuando está viva. Cuando un ser vivo muere, lo único que queda es una masa de carne, ¿no es así? Lo mismo aplica con un cadáver humano.

 

Hans frunció el ceño con intenso asco.

 

—Me has sorprendido otra vez.

 

Paul Chenu examinó los cadáveres de los monstruos y expresó su admiración. Sin embargo, no podía quedarse ahí mirando sin más.

 

—¿Dónde estaban estos monstruos? Especialmente los troles. ¿Crees que aparecerán cerca de la ciudad o de las minas dentro de un mes?

 

Esto era muy importante. La diferencia entre los monstruos de bajo nivel, como los goblins y los orcos, y los de nivel medio, como los troles, era enorme. Por la seguridad de la ciudad, tenía que identificar la situación con claridad. Sin embargo, como si no le importara, Drew miró una vez a Paul Chenu y volvió la cabeza.

 

—Calcula la suma y prepárala para la noche.

 

Y entonces salió pavoneándose de la tienda.

 

—¿E-eh? ¡Ah! ¡Oye, Drew! —Paul Chenu llamó al hombre con urgencia, pero Drew se fue sin siquiera volverse.

 

—… ¿Cómo puede haber una persona así?

 

—¿Por qué?

 

En comparación con Hans, que estaba asombrado, Zich parecía indiferente.

 

—¿Su actitud no le pareció demasiado grosera, señor?

 

—Por qué exageras? Eso fue más bien tierno.

 

En comparación con la gente que le arrancaba la columna vertebral a una persona por no concentrarse en lo que decía, o le sacaba un ojo por mirarle mal, o le cortaba la cabeza por no gustarle su aspecto, el comportamiento de Drew era similar a la rabieta de un niño.

 

—Además, tú ni siquiera eres el afectado por su comportamiento. No creo que haya cometido un pecado tan grande como para que deba matarlo en nombre de hacer algo bueno.

 

—Señor, si esa persona mostrara la misma actitud hacia usted, ¿cómo reaccionaría?

 

Hans preguntó esto ya que Zich dijo: «Tú ni siquiera eres el afectado por su comportamiento».

 

—Le rompería el cráneo. ¿Eso no es obvio?

 

Como era de esperar, Zich era Zich.

 

—¿O eso no es vivir una vida amable? No, al menos deberías estar preparado para que te rompan la cabeza si te peleas con alguien. Um, entonces eso me hará definitivamente intachable, dado que es en defensa propia. Supongo que no tendré ningún problema entonces.

 

Sí, es cierto. Hans renunció a entender la forma de pensar de Zich y aceptó tranquilamente su destino.

 

 

Notas:

1– Personalmente detesto usar “barrido” para estas cosas, pero realmente no está mal usarlo para esto ya que significa literalmente eso que están diciendo.

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tp_shin
tp_shin
hace 3 años

Me encanta el prota. El como tiene esa personalidad gamberrada sin darse cuenta es genial. Gracias por el cap

Tr26
Tr26
hace 3 años

Yeeeyy volvio, gracias por continuar la novela

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