Esto es todo por hoy. Mañana continúa la subida normal de capítulos.
La casa de Sude estaba dentro de una residencia ordinaria. Zich y Lubella tuvieron que moverse con más cuidado que en los barrios bajos para llegar allí. Sin embargo, gracias a las habilidades sensoriales de Zich, solo les tomó un poco más de tiempo, y llegaron a la casa de Sude sin mucha dificultad.
La casa no era diferente de las demás. Era una casa de dos pisos hecha de madera; delante de ella, las vallas rodeaban un pequeño césped en un complicado entramado. Parecía que Sude no estaba en casa ya que las luces de la casa no estaban encendidas.
—De momento, deberíamos esperar dentro.
Zich tomó la delantera y traspasó el jardín. La puerta estaba firmemente cerrada. No sería difícil romper la puerta, pero si Sude viese la puerta rota, podría salir corriendo o avisar a otras personas. Por lo tanto, como antes, Zich decidió entrar en la casa a través de una ventana.
El interior de la casa estaba desordenado. Como si su dueño no hubiera limpiado desde hacía tiempo, una fina capa de polvo cubría el suelo, y había ropa esparcida descuidadamente por el suelo.
—Parece que no le gusta hacer las tareas domésticas.
—No, probablemente no sea eso.
Zich miró con cautela los alrededores de la habitación.
‘Más que sucio, parece desordenado. No se siente como si no mantuviera su casa ordenada porque fuera perezoso, sino porque no sentía la necesidad de hacerlo. Parece la casa de alguien que se está preparando para escapar.’
Los ojos de Zich brillaron.
‘Se está preparando para escapar. Creo que he dado en el clavo.’
Zich siguió buscando por toda la habitación, y sus ojos brillaron.
—¿Qué ocurre?
—Debajo de nosotros. ¿No te parece extraño?
Zich señaló el suelo y luego hizo un movimiento de pies para enfatizar su punto.
¡Tum! ¡Tum!
Al escuchar el sonido, los ojos de Lubella también se agudizaron.
—Hay un espacio hueco debajo de nosotros.
—Sí.
Zich se arrodilló con una pierna y puso las palmas de las manos en el suelo.
‘Veamos. Hizo un agujero a la entrada de un sótano secreto, pero no es nada sorprendente. La tapa es tosca. No parece tener un mecanismo móvil. Eso significa que debe haber una manija cerca.’
Después de un rato, Zich encontró dos agujeros justo al lado.
‘¡Bingo!’
Zich colocó sus dedos dentro de los agujeros y tiró. La puerta se iluminó y apareció la entrada a un sótano.
—Apesta a un olor sospechoso.
Zich se tapó cómicamente la nariz.
—Entremos a ver.
—Yo iré primero.
Zich probó a pisar las escaleras que llevaban al sótano. Tras eso, bajó las escaleras con confianza y Lubella le siguió.
Las escaleras del sótano no eran tan largas; en pisos, la escalera duraba aproximadamente un piso y medio. Y al final de la escalera había una puerta. Zich la abrió con cautela.
Vieron una habitación de tamaño medio. Estaba casi vacía, sin muebles. Lo único destacable de la habitación era un charco de agua sucia acumulada en el suelo. Pero Zich estaba satisfecho con esto.
—Jaque mate.
En el centro de la habitación, la fea estatua del cabeza de pez flotaba sobre el agua acumulada.
—La estatua de Bellu —murmuró Lubella, apretando el bastón que sostenía. Se mostraba deseosa de romper la estatua de inmediato.
La estatua parecía más incompleta que la que habían visto en la mansión del alcalde. Aquella parecía más elegante.
—Ahora podemos decir con toda seguridad que en la residencia del alcalde está la estatua central —dijo Zich con satisfacción. Cuántas más pruebas hubiera, mejor.
De repente, Zich giró la cabeza hacia la entrada.
—Parece que el dueño de la casa ha vuelto.
Zich condujo a Lubella fuera de la habitación del sótano y volvió al primer piso. Vieron una pequeña luz procedente del exterior, y Zich se puso el dedo índice en los labios para indicar a Lubella que guardara silencio.
Lubella asintió y se dirigió en silencio a un rincón de la habitación. Se apartó para no molestar a Zich. En cambio, Zich se dirigió en silencio hacia la entrada como un cazador aproximándose a su presa.
¡Clac!
La cerradura de la puerta se desbloqueó y la puerta se hubo abierto. Como cabía esperar, Sude entró en la casa. Colocó la lámpara que sostenía junto a la puerta. Seguidamente, trató de encender la vela más cercana.
—Eh, cuánto tiempo.
—¡¡…!!
Sude se quedó atónito cuando Zich salió de la nada. Tras reconocer la cara de Zich, Sude se puso pálido y Zich bloqueó rápidamente la boca de Sude para evitar que gritara.
—¡Eh! A nosotros también nos alegra verte de nuevo, pero es mejor no alzar la voz. No tienes porqué saludarnos con tanto fervor.
—¡Umph! ¡Un-umph!
—Lo sé, lo sé. Si hasta yo me alegro tanto, pero tanto de verte, ¿cómo de alegre estarás tú? La sensación de golpearte a veces aparece en mis sueños. ¿No crees que compaginamos bastante bien?
—¡Unn-umph!
Sude forcejeó e intentó gritar, pero no pudo escapar del fuerte agarre de Zich.
—¿Qué tal si terminamos las cosas de la vez pasada? Ah, esta vez no tienes que preocuparte por ser intervenidos. ¿La ves por allá?
Zich puso más fuerza en sus manos y movió con fuerza el cuello de Sude. Y Sude se volvió sin remedio hacia lo que Zich quería que viera.
—Mira. Tu ángel de la guarda celestial que te protegió la última vez ha vuelto como el ángel del infierno.
Allí vio a Lubella, la cual brillaba con las luces rojas de la lámpara, de pie como un juez divino en un juicio. Al ver su expresión endurecida, el miedo de Sude se profundizó.
* * *
Zich arrastró a Sude al sótano.
¡Pam!
—¡Ugh!
Sude trastabilló un par de pasos después de recibir una patada. Entonces, chocó con la estatua de Bellu y cayó. Sus pantalones se empaparon de agua sucia.
—¿Por qué? ¿Por qué hacen esto? —gritó Sude con furia, pero Zich se mostró despreocupado. Entró lentamente en la habitación con la lámpara que sostenía Sude. La oscuridad que llenaba la habitación se iluminó, y Zich colocó la lámpara en una esquina de la habitación.
—Déjame ver. ¿Por qué haríamos esto? Si le preguntas a la fea cabeza de pez que está detrás de ti, quizá descubras algo.
Sude miró la estatua de Bellu a su espalda y regresó a mirar a Zich. En ese momento, vio la fría expresión de Lubella detrás de Zich y balbuceó—: ¿C-creen que soy parte de Bellid?
—Yo no he dicho eso. Tampoco creo que seas un seguidor del cabeza de pez.
—¡E-entonces…!
—Pero tengo la sensación de que eres como una cucaracha de mar, que se pega a esos tipos de Bellid y se come las migajas que dejan.
—¿P-perdón?
—Estoy diciendo que eres como un maldito bastardo.
¡Pam!
—¡Ah!
Ante otra patada de Zich, el trasero de Sude se pegó al charco. El agua sucia le salpicó la cara y la cabeza.
¡Tum!
Zich dio un pisotón en la espalda de Sude. El cuerpo de Sude se agitó en el suelo, y Zich se conformó con ver a Sude como una sucia cucaracha.
—¿Qué harás ahora?
Lubella se sorprendió de sus propias palabras. Aunque fuera el cómplice de Bellid, ella nunca se imaginó que fuera capaz de sonar tan fría ante otra persona. Sin embargo, incluso cuando se dio cuenta de esto, no tuvo más pensamientos al respecto.
—La verdad es que no lo necesitamos puesto que hemos encontrado la estatua del cabeza de pez.
Zich sacó algo de su cintura: el objeto brillaba intensamente con las tenues luces de la lámpara. Era una daga.
—Matémoslo.
Fueron palabras escalofriantes sin un rastro de calidez. Incluso Lubella, que estaba en el mismo lado que Zich, se estremeció, sintiendo un escalofrío. No pudo ver ni una pizca de la actitud despreocupada que Zich siempre le había mostrado.
A punto de pronunciar alguna excusa, Sude también cerró la boca. Arrastrado por la sorpresa y el miedo, no pudo más que poner los ojos en blanco. Tragó saliva con fuerza.
—¡Y-yo no sé nada! ¡Es la verdad!
Se las arregló para decir algo, pero los ojos de Zich, como perlas de vidrio, parecían no creerle.
—¿Que no sabes nada? Supongo que entonces no se puede evitar. Te mataré ya que eres un inútil.
Zich empuñó su daga al revés y la levantó en alto. Parecía el diente de un monstruo a punto de destrozar a su víctima.
—¡Lady Lubella! ¡Por favor, detenga a este hombre!
Como no parecía que pudiera convencer a Zich en absoluto, Sude dirigió su atención a Lubella.
—Oye, es inútil. Por culpa de mierdas como tú, lady Lubella está pasando por mucho y se está volviendo más dura. No tiene sentido pensar que te va a ayudar como lo hizo en el pasado. Además, la gente de Karuwiman es completamente despiadada con quienes cooperan con Bellid.
Al tiempo que Zich hablaba, los ojos de Lubella que miraban a Sude eran fríos.
—¡P-pero…!
—¿Has terminado de pensar tus últimas palabras? Te otorgaré ese momento. Ya que he decidido vivir una vida amable, seré generoso.
La cabeza de Sude daba vueltas y vueltas. Tanto Zich como Lubella estaban más que combativos, y no parecía que fueran a creer nada de lo que decía.
—¡Espera! ¡¿No dijiste que no me necesitaban ya que encontraron la estatua del cabeza de pez…?
Sude estaba seguro de que Zich se refería a la estatua de Bellu cuando mencionó la cabeza de pez. Esperanza brotó en su corazón.
—¡Las otras estatuas! ¡Sé dónde están las otras estatuas!
La daga, que parecía que iba a caer como una guillotina, se detuvo. Funcionó. Sude sintió que la fuerza abandonaba su cuerpo mientras el alivio se apoderaba de él.
—Hm. Para ser sincero, eso nos interesa. —Zich bajó la daga—. ¿Dónde están?
La fría voz de Zich atravesó el corazón de Sude. Era una voz lo suficientemente aterradora como para que Sude quisiera confesarlo todo, pero apenas fue capaz de tragarse la verdad que subía a su garganta.
—¿C-crees que te lo voy a decir tan fácilmente?
—Claro. Tipos como tú se empeñan en exprimir todo lo que pueden si les beneficia.
Zich miró a Sude con sus ojos de perla de cristal. No parecía que estuviera mirando a un humano. Como si estuviera mirando un trozo de carne gastada de una bestia muerta, su mirada era escalofriante. Sin embargo, Sude olió una oportunidad de supervivencia y no se echó atrás.
‘Es demasiado tarde para negar que estoy cooperando con Bellid. No es como si me hubiesen creído si lo niego. Debería utilizar las ubicaciones de las otras estatuas de piedra para garantizar mi seguridad.’
Después de preocuparse un poco, Sude gritó en voz alta:
—¡No me importa lo que digas! ¡No te atrevas a ponerme un dedo encima! Si lo haces, nunca podrás saber dónde están las otras estatuas.
—Ah, eso es un poco preocupante.
Zich se rascó la nuca.
Sude pensó que se había hecho con la iniciativa, y con ese pensamiento, se volvió más audaz.
—¡Bastardos! ¡¿Cómo puede ser que siempre estén atacando gente así sin más?! ¡Como la última que actuaron con violencia en el callejón! ¡Por esto tenemos que acabar con todos los matones y pobres bastardos malolientes de la ciudad!
Después de hablar, Sude pareció pensar que había ido demasiado lejos y miró a Zich. Pero Zich se limitó a fruncir el ceño como si estuviera molesto y no mostró una reacción más significativa que esa.
Así, Sude pensó que Zich no podía hacerle daño, y se sintió completamente aliviado. Entonces, su atención se dirigió a Lubella.
—¡Esta seguidora de Karuwiman ha caído más bajo que lo bajo! ¡Ir por ahí con este matón que usa la violencia por todas partes! No, ahora solo eres una simple bruja, no más una fiel a Karuwiman.
Ya no tuvo que considerar los sentimientos de ellos. El corazón de Sude se llenó de una vulgar satisfacción por poder decir lo que quisiera a la candidata a santa de Karuwiman a la que normalmente no se habría atrevido ni a mirar a los ojos.
—… ¿Este es tu verdadero yo?
El Sude que Lubella conocía era alguien que perdonaba generosamente a alguien que actuó unilateralmente con violencia contra él y poseía la calidez de proteger la tienda de su familia. Ahora, el hombre que tenía delante era tan diferente de la persona que había conocido en la tienda que le hacía dudar de que fueran la misma persona.
—¿El verdadero yo? ¡Ja! ¿Estás diciendo que el ingenuo friki que viste antes y el bastardo que tienes delante no son iguales? Es natural que un comerciante lleve una máscara. El que se deja engañar es el imbécil.
Lubella miró la estatua detrás de Sude y preguntó—: Ya veo. Entonces, ¿por qué has hecho algo así? Dijiste que no eras parte de Bellid. ¿Cuál es el mérito de ayudarlos?
—¿Qué tipo de razón increíble necesitaría un mercader para trabajar? Obviamente fue por dinero.
—¿Dinero?
—¡Sí, dinero! ¡Una enorme cantidad para que no tenga que seguir sonriendo y lamerles las pelotas a los clientes mientras dirijo una tienda condenadamente pequeña!
—¿No dijiste que te gustaba la tienda? Nos dijiste que tu familia la cuidó y protegió durante mucho tiempo.
—¿Gustar? ¿Cuidar y proteger? ¡Eso es pura mierda! Nunca he pensado así —gritó Sude bruscamente—. ¡Ese edificio desgastado y mis largos años allí son solo cadenas! ¡La tienda es un emblema de perdedores que heredé de mi padre y mis abuelos, que tenían cero talentos para los negocios como comerciantes!
Los ojos de Sude relucieron. Miró con rencor a Lubella.
—¿Qué fue lo que me dijiste antes? ¿Que era una tienda impresionante? ¿Sabes cuánto me molesta escuchar oír esas tonterías de ti, que creciste comiendo solo buena comida y vistiendo buena ropa, y siempre nos miraste con desprecio desde tu vida protegida? ¡No quiero oír tonterías de gente que lo tiene todo desde el principio!
Eran comentarios maliciosos mezclados con avaricia y autoestima. Era la primera vez que Lubella había escuchado algo así. Al recibir la avalancha de insultos y comentarios sarcásticos, el rostro de Lubella palideció, pero se mantuvo firme. No impidió que Sude hablara y aguantó todos sus rencorosos insultos.
—Bueno, también existen tipos como este. Dado que lady Lubella está viajando para ver el mundo y escuchar a más gente, tú las estás ayudando.
Después de consolar a Lubella, Zich se acercó a Sude.
—¿Terminaste?
—No, pero me detendré aquí ya que también soy un hombre ocupado. ¡Libérame ahora mismo! ¡Solo entonces les diré dónde están las estatuas de Bellu!
Sude hizo una demanda como si estuviera pidiendo un servicio anticipado.
‘Se acabó. Si salgo de esta situación, ¡seré rico!’
Sude ya había recibido una buena suma por inyectar fuerza vital en la estatua de Bellu. Si tan solo se marchara de la ciudad con el dinero obtenido, podría vivir la espléndida vida con la que tanto había soñado.
‘Parece que a esta ciudad le va a pasar algo, pero eso no es mi problema. Mientras yo viva bien, ¿a quién le importa?’
Sin importar lo que pasara a los demás, la felicidad de Sude era lo más importante para él.
—¡¿Qué tanto pierdes el tiempo?! ¡Hazte a un lado de una vez!
—Ah, pues verás… —Zich sonrió ampliamente a Sude, que hablaba con una mirada triunfal—. He cambiado de parecer.
—¿Qué?
Era gracioso cómo Sude hinchaba la boca como un pez estúpido.
—He dicho que he cambiado de parecer. Te mataré aquí y ahora.
—¡No digas tonterías! ¡Si me pones un solo dedo encima, no sabrás la ubicación de las estatuas…!
—Pero tú no sabes la ubicación de las estatuas.
—¡…!
—Además, realmente no importa si lo sabes o no.
—¡…!
Ante el ahora pálido Sude, Zich susurró gentilmente:
—¿Qué tal? ¿Que te pareció ese dulce momento de esperanza?
Jajajaja muy amable de su parte
Gracias por los cap
Sasuga Maou-sama
Señor Zich es usted diabólico. Gracias por los capítulos la espera fue muy bien recompensada
le dijo que le daria un momento de esperanza por ser amable y se lo dio sasuga zich-sama
Si le preguntas a la fea cabeza de “pes”…
Pez
Gracias por los caps.
Ups. Gracias por avisar.