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El señor demonio regresado es amable: Capítulo 21

Aprovecharé para mencionar que he decidido que lo mejor sería usar habla informal entre Zich y Lubella/Weig para la mayoría de las conversaciones.
Habrán casos dónde sí sea conveniente usar habla formal debido a la manera juguetona o en broma en que interactúan estos personajes.

Zich se situó frente a Lubella y le preguntó—: ¿Ese es el teniente de alcalde?

 

—Sí, estoy segura de que es el teniente de alcalde. Pero ¿cómo es posible? Creí que había muerto.

 

El teniente de alcalde no respondió a la pregunta de Lubella y siguió con el ceño fruncido mientras miraba el objeto que tenía en sus manos. Era un libro.

 

—¡Eso es…!

 

Lubella se quedó asombrada porque reconocía el libro que sostenía el teniente de alcalde.

 

—El libro que posee energía de Bellu…

 

—Su nombre oficial es “Llave del ritual de ofrendas”, lady Lubella —corrigió el teniente de alcalde mientras cerraba el libro. Su voz era blanda y reconfortante, pero Zich notó emociones retorcidas detrás de ella.

 

—¿Perdón? ¿De qué está hablando…?

 

—¿No lo entiendes? —Zich palmeó la espalda de Lubella—. Hemos llegado a una conclusión equivocada. El alcalde no era el sirviente de Bellu, sino que una marioneta. Había perdido el sentido común y solo seguía las órdenes de otra persona.

 

—¡¿Qué…!?

 

Lubella pensó que el alcalde era el cerebro detrás de todo, por lo que esto la dejó en shock. Miró la cabeza del alcalde rodando sin cuidado en una esquina y volvió a mirar a Zich.

 

—Entonces ¿quién…?

 

Lubella no terminó su frase y volvió lentamente la cabeza. Seguidamente, sus ojos se posaron sobre el teniente de alcalde. Aunque tardó en comprender la situación debido a su falta de experiencia, acabó dándose cuenta.

 

—No me digas…

 

—Sí. Él probablemente sea la mente maestra.

 

Mientras se rascaba el cuello, Zich señaló al teniente de alcalde con la punta de la barbilla. En respuesta, el teniente de alcalde frunció los ojos y se le quedó viendo.

 

—… Tú has hecho esto, ¿verdad?

 

El teniente de alcalde abrió el libro al que había llamado la llave del ritual de ofrendas y mostró su interior. En las páginas había escritos escalofriantes, como si estuvieran lanzando maldiciones, pero algunas de las páginas estaban perfectamente rasgadas por la mitad, lo que disminuía la sensación de horror.

 

—Tú fuiste el que salió de la nada, así que no pude hacer más que usar mi espada instintivamente. Mis disculpas, pero tengo las páginas rotas aquí conmigo.

 

Zich pisó una página cercana con el pie y la pateó hacia el teniente de alcalde. Sin embargo, la página no voló hacia el teniente de alcalde, sino que se agitó en el aire ante las múltiples patadas de Zich y volvió a aterrizar en el suelo. Tanto Zich como el teniente de alcalde no se fijaron en las páginas.

 

—… Parece que esta pequeña rata aún no se ha dado cuenta de la situación en la que se encuentra.

 

—Probablemente cien veces mejor de lo que estás pensando.

 

Zich se colgó la espada al hombro y miró al teniente de alcalde con la barbilla levantada y la postura encorvada. No había ni un ápice de temor de que el enemigo los hubiera capturado. Gracias a eso, Lubella, cuyo corazón se aceleró por la sorpresa y el miedo, pudo calmar sus nervios.

 

—Déjame preguntar esto primero: ¿qué hiciste con los caballeros sagrados?

 

—¿Pensaste que seguirían vivos?

 

Los ojos de Lubella temblaban mientras su conversación iba y venía.

 

Entonces, los ojos del teniente de alcalde se dirigieron a Lubella. En su cara, había una sonrisa sospechosa¹.

 

—Trituré finamente sus cadáveres y se los di de comer a los peces del estanque.

 

—¡Ugh!

 

Lubella emitió un grito; en su rabia, la mano que agarraba su bastón empezó a temblar.

 

—Bueno, supongo que mi actuación dio sus frutos. Me sorprendí cuando escapaste, pero es una sorpresa aún mayor que hayas vuelto con un talento como este tan rápido. Podría haber sido peligroso si me emboscaran.

 

—Nada de “podría haber sido peligroso”. Sin duda alguna habrías muerto.

 

Zich estiró el pulgar y trazó una línea sobre su cuello. Evidentemente, estaba indicando que el teniente de alcalde habría muerto en sus manos; ante esta provocación, el teniente de alcalde torció los labios con molestia.

 

—¿Quién eres? ¿Por qué estás trabajando con la candidata a santa de Karuwiman? ¿Vienes de algún servicio o fuerza secreta de Karuwiman?

 

—¡En lo absoluto!

 

Zich lo negó rotundamente. La idea de formar parte de la fuerza secreta de los Karuwiman le daba escalofríos. Aunque estaba desarrollando una nueva relación con Karuwiman en esta vida, no tenía ninguna intención de unírseles.

 

Y nunca ocurrirá, ni en el futuro.

 

—¿Por qué lo haces, entonces?

 

—Porque quería hacer una buena acción.

 

—… ¿Qué? —preguntó el teniente de alcalde. Desde su perspectiva, era una respuesta impensable.

 

Sin embargo, Zich infló aún más el pecho y declaró confiado—: Dije que quería hacer una buena acción.

 

—¿Por eso uniste fuerzas con Karuwiman?

 

—Sí.

 

—… Estás realmente loco.

 

—No critiques la forma de vivir de los demás, imbécil.

 

Zich escupió en el suelo.

 

—Vale, cómo sea. Pareces que eres la única fuerza que la candidata a santa puede movilizar ahora mismo. Pero si realmente uniste fuerzas con Karuwiman por esa razón, ¿qué tal si te unes a nosotros a partir de ahora?

 

—¿Qué?

 

—¿No acabas de decir que querías hacer una buena acción? Este mundo será ofrecido a Bellu tarde o temprano; el único camino correcto para todas las criaturas vivientes en este mundo. Si realmente quieres hacer una “buena acción”, ¡apoyar la llegada de Bellu es la mejor…!

 

 —… Tienes mucho que decir para ser un sirviente del cabeza de pez. Y para alguien cuya inteligencia es similar a la de un pez como el dios al que sirves, no deberías hablar durante mucho tiempo. Si hablas un poco más, serás incapaz de seguir el ritmo de tu inteligencia inferior y se te trabará la lengua.

 

—…

 

—No me mires así. Solo lo digo de buena fe. ¿No es un hecho que todo el mundo sabe que tu dios y sus seguidores tienen el mismo nivel de inteligencia que la cabeza de un pez, es decir, que son estúpidos, como mínimo? Solo podrás progresar si aceptas tus defectos.

 

—¡Hmph! ¡Pfft, pfft!

 

A su lado, se escapó una risa ahogada. Lubella había estado mirando fríamente al teniente de alcalde, y ahora estaba conteniéndose para no reírse a carcajadas de los encantadores comentarios de Zich.

 

—… Si tanto quieres morir, tienes mi apoyo. No, si considero el precio por dañar esta llave, no te dejaré tener una muerte fácil. Pídele perdón a Bellu por tus pecados mientras sufres.

 

El teniente de alcalde alzó el libro. Un maná oscuro salió del libro y envolvió los alrededores. Entonces, el teniente de alcalde dio un paso atrás y se alejó de la puerta. Simultáneamente, algo comenzó a introducirse en la habitación y ocuparla.

 

—Son los muertos vivientes.

 

Zich levantó su espada. Podía sentir que esas criaturas se estaban multiplicando. Al parecer, el teniente de alcalde seguía invocándolas desde algún lugar.

 

—¡Maten a ese tipo! La chica es útil, así que déjenla viva.

 

—¡Ten cuidado, Sr. Zich!

 

Lubella levantó su bastón y generó poderes sagrados. Su rostro estaba lleno de determinación, como si estuviera dispuesta a jugarse la vida. Por otro lado, Zich estaba totalmente tranquilo.

 

—Cuando veo a tipos como tú, siempre me pregunto una cosa. —Mientras preparaba su postura, Zich murmuró—: ¿Por qué crees que las cosas siempre saldrán a tu manera? La última vez, fracasaste y perdiste a Lubella.

 

¡Fam!

 

Zich blandió su espada. El maná se introdujo en el cuerpo de su espada como olas turbulentas y se derramó. Los bordes intangibles de su espada se dividieron en docenas y salieron volando en todas direcciones.

 

¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!

 

La habitación zumbaba con docenas de sonidos cortantes. Lubella, que estaba decidida a jugarse la vida e incluso el teniente de alcalde, que los había ridiculizado, quedaron anonadados al ver la irreal escena que tenían enfrente.

 

Sin embargo, el teniente de alcalde no pudo quedarse simplemente mirando cuando un tajo afilado aterrizó sobre él.

 

—¡Ugh!

 

El teniente de alcalde levantó su libro, y más energía se disparó.

 

¡Pum!

 

El tajo chocó con una pared transparente y se desplomó inútilmente, pero fue el único que no logró dejar su marca.

 

Muchos de los muertos vivientes cayeron al suelo ante los exitosos tajos de Zich. Era una habilidad impresionante, pero Zich chasqueó la lengua como si no estuviera satisfecho.

 

—Como esperaba, ese libro es bastante formidable.

 

En respuesta a las habilidades de Zich que iban más allá de sus expectativas, el corazón del teniente de alcalde se aceleró. Pero eso duró un momento. Cuando Zich mostró su aprecio por el libro, el pecho del teniente de alcalde volvió a inflarse.

 

—¡Por supuesto! ¡Acaso creíste que este artefacto, lleno de los poderes sagrados de Bellu, se rompería fácilmente con esos ataques…!

 

—Ah, retiro lo dicho.

 

Zich cortó las palabras del teniente de alcalde.

 

—… Eres un insolente hasta la médula. Pero por mucho que resistas, ¡no podrás escapar…!

 

—Lo repetiré de nuevo: retiro lo dicho. Ni siquiera puedes usar bien tus poderes porque el libro está arruinado, ¿no es cierto?

 

Zich pisoteó las páginas rasgadas en el suelo como si quisiera que el teniente de alcalde volviera a mirarlas.

 

La frente del teniente de alcalde se arrugó, pero volvió a recuperar la compostura y dijo—: No me afectará mucho.

 

—Ah, ¿sí? Entonces apúrate a invocar a los muertos vivientes de tipo avanzado como hiciste cuando te enfrentaste a los caballeros sagrados.

 

—…

 

El teniente de alcalde no pudo decir nada y apretó los dientes. Un número considerable de muertos vivientes pululaban fuera de la sala, pero todos eran de nivel medio. Los tipos de muertos vivientes avanzados que habían atacado a los caballeros sagrados no figuraban en ninguna parte.

 

—… Incluso si ese es el caso, si reúno a los guardias patrulleros de afuera…

 

—Los guardias no están de tu lado. No, para ser exactos, no están del lado de Bellu.

 

El rostro de Lubella se ensombreció al pensar en los guardias patrulleros, y preguntó sorprendida:

 

—¿En serio?

 

—¿No lo dije antes? El número de guardias patrullando es pequeño; tampoco incluyen en sus números caballeros que pueden controlar el maná.

 

—Ja, eso es porque estaba tratando de atraer a la chica que se escapó.

 

El teniente de alcalde resopló, pero Zich resopló dos veces más fuerte de forma similar.

 

—Vale, digamos que disminuiste los guardias a propósito. Entonces ¿cuál es el propósito de disminuir el número de criados?

 

Durante el día, Zich no solo había comprobado el número de guardias, sino que había observado a los criados que deambulaban por los jardines de la residencia y había seguido a los criados que iban a la ciudad a comprar agua. Había observado sus comportamientos, espiado sus conversaciones y recabado información de los comerciantes que les vendían mercancías.

 

—Lo sé porque antes era un aristócrata. Apenas están logrando mantener la casa en funcionamiento con el número mínimo de empleados. ¿Sabías que han disminuido significativamente no solo el número de soldados, sino también de empleados de la casa? Eso solo puede significar que están ocultando algo, y son ellos los que lo ocultan.

 

Zich señaló a los muertos vivientes. Esta era la razón por la que había traído a Lubella a este lugar que probablemente era una trampa: estaba planeando involucrar a los soldados y a los criados de la residencia una vez que los muertos vivientes salieran.

 

Aunque los caballeros sagrados habían muerto en el acto por un ataque imprevisto, la situación de Zich era diferente. Sabía que había muertos vivientes rondando dentro de la residencia y había venido preparado. También podía contactar con los soldados para que le reforzaran mientras resistía el ataque de los no muertos; y en medio de ese caos, Zich podía simplemente escapar con Lubella.

 

Aunque es un plan del que protestaría Lubella ya que utiliza vidas inocentes…

 

Por eso no le había informado de su plan, pero eso no importaba ahora. Era evidente que el teniente de alcalde había perdido el poder de detenerlos con el artefacto roto.

 

Fue conveniente haberme hecho cargo del artefacto desde el principio.

 

Zich apreció por un momento sus reflejos.

 

—Vale. Entonces, ya no puedes invocar esos muertos vivientes de alto nivel para que nos corten la retirada, y si las cosas van mal, los muertos vivientes chocarán con los soldados de afuera y armarán un alboroto. Luego supongo que todo el mundo se enterará de que tú, que deberías estar muerto, estás completamente bien y sin problemas…

 

—… Bien. Lo admitiré. No puedo evitar que se retiren, pero ¿y eso qué? Las preparaciones para ofrecer esta ciudad a Bellu ya están hechas. ¿No han venido aquí para impedirlo? ¿Qué lograrán si se retiran ahora?

 

El cuerpo de Lubella temblaba. Quería golpear con su bastón la cara de pez del teniente de alcalde. A diferencia de Lubella, Zich mantuvo la calma una vez más. El rostro del teniente de alcalde se llenó de preocupación mientras se preguntaba si Zich seguía ocultando algo más.

 

—Pero el artefacto (ya sabes, la llave de la que hablaste) está roto. Es imposible completar el ritual ahora mismo. Deja de aparentar.

 

—La llave no importa si el ritual…

 

—¿Quieres que nos creamos eso? Eso está bien. Escaparemos, y tú podrás completar tu ritual. Asegúrate de hacerlo, ¿vale?

 

—… Esto no es por mucho. Puede restaurarse en poco tiempo.

 

—Bastardo, ¿por qué sigues aparentando cuando no va a funcionar? Para nosotros, incluso ese corto lapso es suficiente para hacer algo.

 

—… ¿Qué estás pensando?

 

—¿Qué crees que haré una vez que salga de aquí? Primero voy a buscar por la ciudad. Luego encontraré las estatuas de piedra de Bellu que has colocado por toda la ciudad y las romperé a todas.

 

El teniente de alcalde parecía querer decir algo, pero Zich no le dio la oportunidad y continuó:

 

—Por supuesto, como el ritual está casi terminado, destruir las estatuas de piedra no servirá de nada, ya que sus energías ya han contaminado las aguas subterráneas y se están desplazando bajo esta ciudad. Pero ¿crees que no lo sé? Si alguien de Karuwiman realiza una cierta acción sobre esas estatuas con cabeza de pez, el poder de tu ritual disminuirá.

 

—¿E-eso es verdad?

 

—Sí, lo es. Es algo que aprendí por casualidad. No podemos retrasar el tiempo del ritual lo suficiente como para conseguir ayuda externa, pero podemos disminuir en gran medida el poder que puede controlar. Así, en el momento en que creamos que ha disminuido drásticamente su poder, podemos destruir el centro de todas las estatuas, que es la estatua de esta residencia. Si el poder del ritual disminuye, seremos capaces de destruirlo. No podemos mover la pieza central del ritual, así que será el objetivo perfecto.

 

Incluso Lubella no era consciente de este hecho. Sin embargo, no dudó de las palabras de Zich y se alegró de su nueva esperanza. Por el contrario, el rostro del teniente de alcalde se torció como un espíritu maligno.

 

 

Notas:

1– Aquí en la versión en inglés (y probablemente en la versión original en coreano) usaron un adjetivo que tiene como segundo significado o simbolismo la apariencia de pescado; en sentido peyorativo, obviamente. Esto lo menciono porque es un juego de palabras que no se puede usar en castellano sin que suene raro.

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