Capítulo 2/7
Eh, otro capítulo que no traduje yo.
Las manos de Zich buscaron inconscientemente el pomo de su espada antes de detenerse de forma abrupta.
‘Calma. Ella no es tu enemiga, al menos por ahora.’
Zich había luchado contra la santa antes de su regresión, pero este era su primer encuentro. Sin embargo, como los recuerdos de lo ocurrido antes de su regresión seguían muy frescos, Zich no podía borrar el malestar que sentía dentro de su corazón.
El caballero sagrado más cercano a ella dijo con voz preocupada:
—Lady Lubella. No tiene que salir personalmente.
Sin embargo, Aine Lubella negó con la cabeza.
—Somos nosotros los que tenemos que pedirles un favor. Es justo que yo, como representante de este grupo, tenga que dar la cara.
—Pero ni siquiera sabemos el estatus de estos hombres.
—La benevolencia de Karuna no discierne entre rangos y estatus —dijo Lubella con rigor, como si estuviera dando un sermón, para luego continuar con una sonrisa—: Además, ¿no se supone que todos ustedes me protegerán?
Ante sus palabras, todos los caballeros sagrados parecían conmovidos y abrumados por las emociones, pero eso también provocó que los caballeros sagrados se mostraran más protectores con ella.
—Ríndanse ya. Perdieron. Déjenla hacer lo que quiera.
Una voz fuerte y baja se filtró fuera del carruaje. Entonces, otra persona salió del carruaje tras la santa.
‘¡Ese tipo es…!’
Zich había bajado la guardia después de escuchar la conversación entre la santa y sus caballeros, pero tan pronto como apareció este hombre, Zich aumentó su estado de alerta al máximo en un instante. El hombre también era alguien que Zich conocía.
Con unos ojos amables, pelo plateado y barba, era un anciano de aspecto amable que parecía haber vivido una vida tranquila. Sin embargo, no era el tipo de abuelo risueño de la puerta de al lado, como sugería su apariencia externa. Tenía numerosos apodos, como la espada de Karuna, el ídolo de todos los Caballeros Sagrados, el Guardián de la Divinidad, etc., pero a Zich le resultaba más familiar el otro apodo del hombre.
‘¡La máquina de matar de Tasnia!’
Antes de que Zich fuera llamado el señor de los demonios, había un gran grupo de gente llamadas “personas demonio”. Estos hacían lo que se les antojaba, se negaban a acatar las normas de sus países, traían el caos al mundo y, en general, incomodaban a los demás con sus actitudes descuidadas. Antes de ser llamado señor de los demonios, Zich también había formado parte de esas “personas demonio”.
Sin embargo, a medida que estas personas demonio chocaban entre sí o eran eliminadas por una fuerza externa, su número disminuía. Aquellos que lentamente construyeron su fuerza entre ellos y sobrevivieron, ganarían más tarde el título de señor de los demonios; y antes de que un grupo de héroes los erradicara, reinaban el terror.
En esa época de caos, este anciano hizo picadillo a muchas personas demonio. Ahora mismo estaba de pie frente a Zich riéndose: ‘¡Jo, jo!’. Muchos malhechores y personas demonio murieron bajo sus manos, pero el viejo era más conocido por el incidente que le dio el título de la “máquina de matar de Tasnia”.
‘En las llanuras de Tasnia, mató a seis personas demonio y a sus seguidores de un solo golpe.’
Durante la época en la que se difundió la historia, las personas demonio habían proliferado tanto que la gente llamaba a ese periodo “la era de las personas demonio”. Por supuesto, debido a que el “incidente de las llanuras de Tasnia” había ocurrido al principio de esta era, las personas demonio eran comparativamente débil. Pero aun así se les llamaba personas demonio, y fue impactante que el anciano lograra no sólo matar a las seis personas demonio sino también a sus seguidores de un solo golpe.
‘“Máquina de matar”. No sé a quién se le ocurrió ese apodo, pero es uno bueno.’
Puede que sea un apodo escalofriante para alguien que sirve a un dios, pero para los que estaban en contra de Karuwiman, pensaban que no había un apodo más adecuado.
‘En mi estado actual, probablemente no podré hacerle ni un rasguño.’
A pesar de que Zich se estaba haciendo más fuerte a un ritmo exponencialmente rápido, no hacía mucho que había regresado.
Como si hubieran terminado de hablar, la santa y la máquina de matar se acercaron a Zich.
‘¡Maldita sea! ¡Sus energías están por los aires!’
Uno de ellos era la máquina de matar, al que Zich no tenía ninguna posibilidad de clavarle un solo diente, y la otra era la creadora de zombis, que podía borrar todo rastro por mucho que la mordieran. Por supuesto, al igual que Zich estaba débil en ese momento, Lubella probablemente no podía usar su increíble bendición como lo hacía antes de la regresión. Pero incluso ahora, era suficiente para hacer latir el corazón de Zich.
—¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú?
Sin embargo, Zich también había pasado por su buena ración de líos. Permaneció en estado de shock solo un instante, y enseguida recuperó la suficiente compostura como para responderle a la santa con un saludo cordial.
—Discúlpennos a estas altas horas. Soy la sierva de Karuna, Aine Lubella.
‘¿Todavía no es una santa?’
Según sus conocimientos, había oído que el segundo nombre de la santa era Primel. Cuando Zich la conoció; no, luchó contra ella, su nombre completo era “Aine Primel Lubella”.
‘Debe ser al menos una candidata a santa.’
Zich sabía que Karuwiman elegía a varios candidatos a santo y otorgaba a uno de ellos este título. Al ver que no mencionaba su segundo nombre, Primel, parecía que aún no era la santa.
Después de que Lubella terminara su autopresentación, la máquina de matar se acercó. Su sonrisa benigna era como la de un depredador, vistiendo la piel de un herbívoro y gruñendo engañosamente.
—Soy el humilde servidor y espadachín de Karuna, Belri Weig. Y los hombres de allí son espadachines como yo que sirven a Karuna.
Los caballeros sagrados asintieron ligeramente a Zich.
—Yo soy Zich.
Zich desechó su apellido Steelwall, y se sintió reacio a utilizar el nombre, Moore, que había usado como señor de los demonios. Dado que pensaba vivir una vida amable, no añadió un apellido, y tanto Lubella como Weig tampoco señalaron el hecho. No estaban tan interesados en Zich.
‘En fin, no pensé que los estaría saludando así.’
Era una de las cosas emocionantes de la regresión. No sabía lo que pasaría en el futuro, pero Zich y los otros dos se encontraban, al menos por ahora, en circunstancias completamente diferentes a las que tenían antes de que Zich regresara.
‘Ya que juré vivir una vida amable, esto podría ser bueno.’
—Oye, tú también deberías presentarte…
Zich se volvió hacia Hans, y se detuvo abruptamente.
‘Vaya, qué sorpresa.’
Los ojos de Hans estaban clavados en Lubella, y su cara era ridícula. No parpadeaba, y sus pupilas estaban paralizadas; y de su boca abierta parecía que iba a salir saliva en cualquier momento.
‘Pues, ¿supongo que es comprensible…?’
La santa era irrealmente hermosa.
‘Ahora que lo pienso, incluyendo a ese Glen Zenard, todos en el grupo del héroe eran muy atractivos. Era como si eligieran a los miembros del grupo por su apariencia.’
Por supuesto, ese no podía ser el caso, ya que los compañeros de Glen Zenard también tenían habilidades que los igualaban.
‘No era como si estuvieran jugando a la casita de muñecas.’
Zich ladeó la cabeza y volvió a centrar su atención en Hans.
‘Debería ocuparme de él, antes que nada.’
Hans seguía mirando a Lubella. Por suerte, ella solo sonreía; parecía ligeramente avergonzada, mientras que todos los demás, incluido Weig, parecían entenderlo y estar acostumbrados. Pero Zich no podía dejarlo estar. Aunque lo entendieran, no significaba que pensaran bien de esta situación. De hecho, algunos caballeros empezaban a mostrarse incómodos.
—¡Presta atención!
¡Pam!
—¡Ah!
Después de recibir un golpe en la nuca, Hans juntó las manos alrededor de su cabeza y se agachó.
—Este tipo se llama Hans. Es mi sirviente.
—Y-ya veo.
Con una mirada preocupada, Lubella vio a Hans retorciéndose de dolor.
—De todos modos, ¿para qué se acercaron?
—Ah, nosotros también pensamos pasar la noche y acampar por aquí. Solo queríamos asegurarnos de que esto no les resultara problemático.
El lugar donde acampaban Zich y Hans era una amplia zona abierta. A diferencia de las otras zonas que estaban llenas hasta los topes de árboles, la zona en la que estaban sólo tenía un poco de maleza. Parecía un lugar donde la gente suele acampar por los restos de una hoguera apagada y la basura.
‘¿Salió en persona solo para decir eso? ¿Alguien que es candidato a santo?’
Zich estaba impresionado. No, estaba más que impresionado y no podía entenderlo. Casi parecía que no era humana como él.
‘Supongo que esto es lo que se entiende por una persona amable.’
Zich no podía imaginarse a sí mismo haciendo algo así.
—Por supuesto, no hay problema. —Zich asintió.
***
La gente de Karuwiman se preparó para acampar por la noche al instante. Con el carruaje en el que dormiría Lubella, se montó una enorme tienda de campaña.
—¿Qué estás mirando?
—¿S-señor?
Hans parecía como si lo hubieran pillado robando un tesoro. Su mirada no se había apartado del carruaje desde hacía tiempo.
—¡Despierta!
—¡Sí, señor!
‘Solo sabe responder.’
Las acciones de Hans no iban en consonancia con su respuesta, y Zich se encogió de hombros cuando vio que los ojos de Hans se desviaban de nuevo hacia el carruaje.
‘Si lo arrastro para que esté demasiado cansado para pensar en cosas inútiles, seguro volverá a la normalidad.’
Y también era muy fácil cansar a Hans. Zich sonrió ampliamente mostrando los dientes mientras miraba a Hans. Pero Hans, por desgracia, no vio lo que Zich estaba haciendo y no pudo predecir el infierno al que pronto saltaría.
‘Pero esto es el destino. Ahora que tengo la oportunidad, ¿debería preguntar sobre eso?’
La idea corrió por la mente de Zich, y pronto se dispuso a caminar hacia los de Karuwiman. Hans se levantó para seguirle, pero Zich lo detuvo con un gesto, por lo que Hans se desplomó en el suelo.
—¿Qué ocurre?
Un caballero sagrado de guardia bloqueó el camino de Zich.
—¿Podría hablar con la sa…, digo, con lady Lubella, señor? Tengo algo que preguntarle.
Al ver la expresión de molestia del caballero, no parecía que fuera a dejar pasar a Zich.
‘Bueno, realmente no tengo nada que perder con esto.’
Zich tampoco pensaba seguir presionando si le negaban la entrada.
—Lo siento, pero no puedes pa…
—Está bien.
Esto sorprendió al caballero sagrado, al igual que a Zich, que estaba a punto de marcharse. Lubella estaba asomando la cabeza desde el carruaje.
—Entra, por favor.
Al verla sonreír cálidamente e incluso hacer un gesto hacia Zich, el caballero sagrado no pudo evitar protestar.
—Pero ¡lady Lubella…!
—Tengo el deber de escuchar a toda la gente que pueda. ¿No es el propósito de este viaje que yo pueda ganar mucha experiencia?
—¡Él podría ser peligroso!
—Sir Weig está a mi lado. Y también los tengo a todos ustedes. Con esto, mi protección está más que asegurada.
‘Es cierto. Tener a la máquina de matar de Tasnia como guardaespaldas es más que suficiente.’
El caballero sagrado parecía contrariado por la firme decisión de Lubella, pero Weig se mostró de acuerdo con Lubella mientras observaba desde el carruaje.
—Está bien. Estaré junto a lady Lubella.
—… Sí, señor.
El caballero sagrado dejó pasar a Zich. El caballero, sin embargo, no ocultó su desaprobación; miró a Zich como si este hubiera causado una interrupción innecesaria. Pero Zich no prestó atención al caballero y Lubella lo guio al interior del carruaje.
El interior se encontraba limpio. Había algunos adornos religiosos, pero no eran extravagantes. Zich se sentó frente a Lubella. Weig siguió a Zich, tomó asiento junto a Lubella y ambos miraron a Zich.
—¿Tienes algo que quieres preguntarme?
—Sí, lady Lubella. Creo que usted es probablemente la mejor persona a la que preguntarle.
—¿Qué cosa?
—¿Qué debo hacer para vivir una vida amable?
—¿Perdón?
Sinceramente, Lubella me agradó más de lo que pensé que lo haría.
De las que mejor me caen, solo superada por Zich
Gracias por el capitulo