Estrenamos nueva novela. Esta vez es nuestro equipo cubano, con una de las obras del autor de alias Fafoo.
Espero disfruten.
Traductor: Electrozombie
Editor: Fixer-san
Corrector de lectura: Aoisorabluesky
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Lo juro por mi vida
El verano llega una vez al año.
En una vida normal, experimentamos tantos veranos como años de vida tengamos. Por lo que no existe nadie que haya vivido cientos de veranos. Dado el promedio de vida japonés, experimentaremos alrededor de ochenta veranos antes de morir.
No estoy realmente seguro de si ochenta es demasiado o muy poco. La vida puede sentirse muy larga cuando nunca ocurre nada, pero muy corta cuando ocurren cosas interesantes. Esta es una frase de Atsushi Nakajima. ¹
Ochenta veranos podrían sentirse como demasiado tiempo para las personas que no pueden disfrutarlos, y muy poco tiempo para aquellos que pueden. Sí, probablemente está en lo correcto.
Yo ni siquiera he llegado todavía a los veinte veranos. Y ni uno solo de ellos ha sido igual a los demás. Todos han sido únicos, cada uno con su propio resplandor. No podría decir que alguno fuera mejor que otro. Eso sería como intentar decir que las formas de ciertas nubes no son tan buenas como otras.
Colocando todos mis veranos en una columna, como si fueran canicas, se pudiera notar que dos de ellos tienen un color inusual. El verano de 1994, y el de 1988. El primero fue el verano más caluroso de mi vida, y el segundo, el más frío. Uno posee un color azul profundo como entre los azules del cielo y el mar, y el otro tiene un color ámbar como una pálida puesta de sol.
Ahora, voy a contar la historia del verano más caluroso de mi vida.
Sin embargo, todo tiene un orden. Probablemente necesito primero explicar las circunstancias que me llevaron a ese verano, ¿cierto?
Rebobinemos un poco, a antes del verano de 1994, al día 20 de marzo de ese mismo año. El día de la ceremonia de graduación de la Escuela Secundaria Minagisa del Sur.
Ahí es donde comienza la historia.
Lavé mi rostro con agua fría y revisé mis heridas frente al espejo. Tenía una cortada que aún sangraba de alrededor de un centímetro de largo por encima de mi ojo. Nada que realmente destacara. En el lado derecho de mi cara, había un gran moretón, pero a diferencia de la cortada, no era nueva. Siempre había estado en ese lugar; había nacido con ello.
La última vez que me había mirado en un espejo había sido hace un mes, y sentía que desde entonces la marca de nacimiento se había oscurecido incluso más. Por supuesto, sólo estoy diciendo esto por la forma en que me siento. Ya que usualmente intento evitar mirarme en los espejos, la presencia de mi marca de nacimiento siempre me sorprende cuando sucede que observo mi rostro de nuevo. Pero en realidad, es probable que nada haya cambiado.
Me quedé mirándome al espejo durante un rato. La marca de nacimiento era de un escalofriante color azul oscuro; daba la impresión de que la piel estaba muerta. O como si hubiera sido manchada con hollín, o moho, o, si se miraba lo suficientemente de cerca, parecerían escamas de pez.
Incluso yo llegué a pensar: «Qué marca tan tenebrosa».
Sequé mi mojado rostro con la manga del uniforme, agarré mi diploma del estante, y salí el baño. Después de dejar atrás el fuerte olor a amoniaco, el aire del exterior se sentía un poco dulce. Había algunos estudiantes como yo en la plaza de la estación, sosteniendo las cajas con sus diplomas bajo sus brazos, estaban sentados en los bancos hablando de cualquier cosa.
Cuando abrí la puerta para entrar, fui recibido por una calidez como la de una estufa. Estaba intentando mantenerme ahí hasta que llegara el tren, pero la zona, que en primer lugar ya era bastante estrecha, estaba llena de estudiantes que se divertían la noche tras la ceremonia… terriblemente ruidoso e incómodo. Escogiendo entre la calidez o el silencio, decidí al final escapar de la plataforma de espera.
En mitad de marzo, las noches aún seguían siendo frías. Intenté abotonar mi chaqueta, pero encontré que faltaba el segundo botón. No recordaba habérselo regalado a ninguna chica como recuerdo ni nada parecido. Probablemente solo se había perdido en medio de la riña.
Había olvidado las razones de la pelea. Tratar de recordarlas solo me hacía sentir más cansado.
Tras la ceremonia, estaba celebrando con mis amigos. Quienes desde el principio ya eran un grupo apasionado, por lo que añadir alcohol a la ecuación solo creó malas noticias. Debió ser tan solo una conversación trivial, pero de algún modo escaló hasta terminar en una discusión, para luego volverse una pelea de cuatro contra tres. El grupo de cuatro estaba buscando trabajo, y los otros tres continuaban sus estudios. Era ese tipo de cosas.
Las peleas no eran algo raro para mí. No, no debería decir eso… Pensando en ello, cada vez que la temporada cambiaba, parecía como si me metiera en alguna clase de refriega, como los gatos en época de apareamiento. Tal vez esa es la forma en la que lidiamos con el sentimiento desolador de nuestro pueblo rural, nuestra vaga inquietud sobre el futuro, entre otras cosas.
Después de acabada la pelea me puse a pensar que esta sería probablemente la última de esas llamadas “luchas por honor”, lo que me puso de serio humor. Las peleas terminaban sin ningún final que mereciera la pena de llamarse una conclusión, como si simplemente fuera un empate. Cuando nos fuimos, los cuatro futuros trabajadores abuchearon a los tres estudiantes. Uno que había sido especialmente herido estaba gritando sobre como las cosas no se quedarían así. Ciertamente, un final adecuado para nosotros. Este evento llevó a un final mi vida como estudiante de secundaria. ²
Cuando el tren finalmente llegó y me senté en mi lugar, noté a dos mujeres en sus veintes a cierta distancia señalándome con el dedo. La alta y delgada llevaba gafas sin lentes, y la baja y gordita usaba una máscara.
Ambas susurraron entre ellas de un modo solo usado para hablar de alguien culpable. Debió haber sido sobre mi marca de nacimiento, por supuesto. Como siempre. Así de mucho destacaba.
Pateé el asiento con la planta del pie y les lancé una mirada de “¿Hay algún problema?”, y ellas desviaron la mirada apenadas. El resto de las personas cercanas me miró como queriendo decir algo, pero nadie abrió la boca.
Válgame, pensé, cerrando los ojos. Voy a estar en la preparatoria el próximo mes… ¿Cuánto tiempo voy a estar manteniendo este estúpido comportamiento? Es una pérdida de tiempo, energía, y la confianza para dar respuesta de forma beligerante a algo que simplemente me molesta. Tengo que aprender a ser paciente y dejar pasar las cosas.
Mis estudios como loco habían dado sus frutos, cuando hace un par de días, recibí la carta de aceptación de la Primera Preparatoria de Minagisa. Era una prominente escuela preparatoria en la prefectura, y yo pretendía empezar desde cero allí. Muy pocos irían de mi secundaria en Minagisa del Sur a la Primera Preparatoria de Minagisa. En otras palabras, difícilmente alguien que me conociera en la secundaria estaría allí. Una oportunidad ideal para reinventarme a mí mismo.
En mis tres años de escuela secundaria, mi personalidad altamente temperamental me llevó a meterme en muchas peleas. Y ya fuera que ganara o perdiera, siempre se convertiría en una mala idea de algún modo. Ya tenía suficiente de eso. Quería mantenerme alejado de las disputas simples, viviendo una tranquila y reservada vida.
Mis deseos de ir a la Primera Preparatoria de Minagisa comenzaron con la idea de que mientras más avanzada fuera la escuela menos conflictos sin sentido ocurrirían en ella. Siempre se puede relacionar la educación con las cualidades de la persona, pero aquellos que han perdido mucho tienden a disgustarles los problemas.
Los rumores decían que la Preparatoria de Minagisa era más como una universidad que una típica escuela preparatoria, por lo que tendrías que estudiar sin importar que estuvieras despierto o dormido, no había tiempo para gastar en clubes o diversión, y no se podría tener una juventud decente. Pero nada de eso me interesaba. Desde el principio, nunca pensé que podría tener adolescencia promedio. La idea de crear buenos lazos con mis compañeros y encontrar una novia maravillosa estaba muy lejos de mi mente.
Porque siempre que tuviera esta detestable marca de nacimiento, la gente nunca me aceptaría realmente.
Dejé escapar un suspiro.
Ya sabes, creo, esas chicas que me estaban señalando son afortunadas. Las personas que no sienten confianza en la parte inferior de su rostro usan máscaras³. Las personas que no sienten confianza en la parte superior de su rostro usan gafas. Pero las personas que no sienten confianza en el lado derecho de su rostro no tienen nada para ocultarlo. Es injusto, sí.
El tren se detuvo con un sonido que provocaba dolor de oído. Salí de la plataforma y olí el débil viento primaveral.
Un asistente en sus cuarentas, con el cabello gris, se detuvo al revisar el boleto, mirándome con rudeza mientras tomaba los boletos. Parecía ser relativamente nuevo, siempre era de esta forma cuando me tocaba pasar. Me detuve, pensando en darle hoy alguna respuesta, pero al darme cuenta de que había personas tras de mí, cambié de parecer y dejé la estación.
Caminé alrededor del distrito comercial fuera de la estación. No había nadie cerca, y mis pasos solitarios creaban eco. La mayoría de las tiendas estaban cerradas, y no porque fuera de noche. Un centro comercial construido en un borde de la ciudad hace dos años había absorbido a todos los clientes, convirtiendo la una vez calle central en una larga línea de postigos cerrados. La tienda de suministros deportivos, el café, la tienda de electrónica, la carnicería, la tienda de fotografía, la tienda de frutos secos, el banco, el salón de belleza… observé los letreros descoloridos de cada tienda mientras caminaba, imaginándome qué habría del otro lado de las puertas cerradas. En el centro del distrito había una estatua ya desgastada de una sirena, que miraba con nostalgia en dirección a su hogar.
Fue entonces que ocurrió, justo cuando pasaba al lado de la tabaquería entre la tienda de accesorios y la dulcería.
El teléfono público frente a la tienda comenzó a sonar. Como si hubiera estado esperando por mí durante décadas, sonó en el peor momento.
Me detuve y miré hacia la pantalla iluminada del teléfono, que emitía una leve luz en medio de la oscuridad. La cabina que lo contenía era bastante vieja, no tenía puerta, ni luz.
Aunque era raro, sabía que los teléfonos públicos podían recibir llamadas. Recordé que, en la primaria, un amigo llamó al número 110 desde un teléfono público como broma, y me sobresalté cuando de inmediato le devolvieron la llamada. Me despertó curiosidad, y descubrí que los teléfonos públicos de hecho también tenían un número propio.
El sonido del teléfono no se detenía. Siguió sonando como si gritara, fuerte y tercamente. «¡Sé que estás ahí!», parecía exclamar.
El reloj de la barbería marcaba las 9:38 pm.
Normalmente, lo habría ignorado y habría seguido de largo de seguro. Pero hubo algo en el eco del teléfono que me hizo pensar, «Esta llamada es sólo para mí». Miré alrededor y, con bastante seguridad, era la única persona en el lugar.
Con timidez, respondí al teléfono.
—Te tengo una propuesta —dijo la persona desde el otro lado sin ningún tipo de presentación.
Era la voz de una mujer. Probablemente entre los veinte y los treinta. Habló calmadamente, pareciendo querer expresar correctamente cada sílaba. No era una voz automática; podía decir, por su respiración, que había una persona real del otro lado de la línea. Escuché fuertes vientos tras su voz, tal vez implicando que estaba llamando desde algún lugar exterior.
Quizás la mujer había encontrado el número del teléfono por alguna casualidad y se divertía asustando a los transeúntes, eso pensé. Era posible que estuviera observando a aquellos que respondieran desde algún lugar, disfrutando sus reacciones a sus exorbitantes declaraciones.
No respondí, esperando por su movimiento. Entonces ella habló como si me susurrara un secreto.
—Aún cargas con un amor al que no te puedes rendir. ¿Me equivoco?
Venga ya, suspiré. ¿Quieres que siga el juego? Puse de vuelta el teléfono en su lugar de forma un poco tosca y regresé a caminar.
El teléfono volvió a sonar detrás de mí, pero ni siquiera volví la mirada.
Tres chicos de preparatoria se acuclillaban en medio de la carretera, bebiendo latas de cerveza. No era algo poco común en el pueblo de Minagisa. Sonaba bien cuando era reconocido como un tranquilo pueblo rural a las afueras, pero estando lleno de bares y clubes, sin un solo lugar para divertirse, los jóvenes se aburrían a morir. Aquellos hambrientos de emoción extenderían sus manos rápidamente al alcohol y los cigarros. Para bien o para mal, este pueblo tenía muchas opciones para aquellos menores de edad que deseaban obtener estos lujos.
Encontrar otra ruta habría sido muy molesto, por lo que intenté pasar por su lado. Uno de ellos se puso de pie justo en ese momento y golpeó su espalda con mi pierna. El chico reaccionó con exageración y agarró mi hombro. No quería causar ningún problema, habiendo estado ya en una pelea hoy. Pero cuando comenzó a ridiculizar mi marca de nacimiento, terminé luchando.
Desafortunadamente, aquel al que golpeé parecía tener experiencia en combates mano a mano, y al siguiente momento yo estaba tirado en el piso. Ellos mi miraron desdeñosamente y gritaron insultos obscenos, pero sentía la mente tan nublada, sólo los escuché vagamente, como si hubiera estado bajo el agua.
Para el momento en que me sentí listo para intentar levantarme, ellos ya habían desaparecido, dejando solo las latas de cerveza vacías. Puse las manos sobre mis rodillas y traté de levantarme, pero mi cuerpo dolía como si tuviera un destornillador encajado, y dejé escapar un gemido.
Acostado boca arriba, miré a las estrellas durante un rato. Bueno, no pude ver las estrellas, pero ocasionalmente pude ver la luna a través de los agujeros de las nubes. Revisé mi bolsillo trasero y encontré que mi billetera había desaparecido, justo como esperaba, pero los cigarrillos en mi bolsillo interior estaban seguros. Tomé uno doblado de la caja y quemé su punta con el encendedor.
Repentinamente, pensé en Yui Hajikano.
Durante tres años, desde el cuarto hasta el sexto grado, estuve en su misma clase. En aquel entonces, cada vez que me metía en una pelea y terminaba herido como ahora, Hajikano se preocuparía como si hubiera sido ella la que fue herida. Medía cerca de 20 centímetros menos que yo, pero se paraba en la punta de sus pies para regañarme a la vez que acariciaba mi cabeza. «¡No te metas en más peleas!».
Entonces sacaría su meñique e insistiría en hacer una promesa con los meñiques… Ese era el método de Hajikano.
Cuando yo ofrecía mi meñique a regañadientes, me daba una sonrisa satisfecha. Nunca mantuve esa promesa, y resulté herido de nuevo varios días después, pero aún intentaba persuadirme pacientemente.
Mirando atrás, se siente como si Hajikano hubiera sido la única en tomarme en serio.
Era una chica bonita. Ambos obteníamos la atención de los demás, pero por motivos completamente distintos. Yo por mi fealdad, ella por su belleza.
En una escuela primaria remota con muchos niños por lo general decepcionantes, el talento y apariencia perfecta de Yui Hajikano parecían crueles, en cierto modo. Muchas chicas evitaban estar cerca de ella al tomarse fotos, y muchos chicos tuvieron amores no correspondidos hacia ella, sus corazones se rompían de una forma completamente independiente.
El hecho de que Hajikano estuviera allí provocaba en las personas el deseo de rendirse en sus objetivos. Los niños en su misma clase aprendieron de forma directa como en el mundo había diferencias absolutas que no podían superarse, sin importar que tanto esfuerzo se pusiera en ello. Cosas irracionales que la mayoría de las personas entienden gradualmente al entrar en la secundaria y encontrarse a sí mismos atrapados entre el estudio, los clubs y el romance, fueron aprendidas de inmediato debido a su mera presencia. Era demasiado cruel aprender tales verdades en un momento tan temprano de la vida como el de la escuela primaria…aunque yo las aprendí incluso antes a causa de mi marca de nacimiento.
Las personas se mostraban perplejas ante el hecho de que alguien tan superior como Hajikano fuera cariñosa con un chico como yo. En la opinión de cualquiera, Hajikano y yo éramos polos opuestos. Pero si le preguntabas a alguno de nosotros, éramos iguales ante el hecho de no ser tratados como personas normales, aunque fuera por razones opuestas. Esa enajenación fue el hilo que nos enlazó.
No tengo ni idea sobre lo que hablábamos cuando éramos jóvenes. Siento como si no fuera nada importante. O, bueno, tal vez mayor parte del tiempo no lo pasábamos hablando, sino simplemente estando juntos. El silencio que tenía con Hajikano era reconfortante, extrañamente suficiente… en lugar de ser incómodo, se sentía como si estuviéramos confirmando nuestra amistad tranquilamente. Mientras ella ponía sus ojos en la distancia sin decir una palabra, yo la miraba desde un costado.
Hay solo una conversación que puedo recordar claramente.
—Creo que tu marca de nacimiento es maravillosa, Fukamachi.
Fue la respuesta de Hajikano a algo que dije sobre mi marca de nacimiento para ridiculizarme. Sí, tan sólo tartamudeé… algo como «Me impresiona que te quedes junto a alguien como yo», creo.
—¿Maravillosa? —pregunté—. Debes estar siendo sarcástica. Sólo dale un vistazo, es lo suficientemente tenebrosa como para asustar a cualquiera.
Hajikano acercó su rostro, y observó mi marca de nacimiento desde una posición donde casi podría tocarla. Con una expresión estúpidamente seria, ella la miró por algunas docenas de segundos.
Entonces, repentinamente, colocó con gentileza los labios sobre ella. Ni siquiera lo dudó por un segundo.
—¿Sobresaltado? —Sonrió con cierta malicia.
Ciertamente sí. Estaba lo suficientemente sobresaltado para morir.
No tenía idea de cómo responder a eso. Hajikano incluso cambió el tema de conversación como si no nada hubiera pasado, negándome la oportunidad de entender el propósito de sus acciones. Tal vez no había un significado real. De cualquier modo, este incidente no cambió para nada nuestra relación. Simplemente seguimos siendo buenos amigos.
No creo que le gustara particularmente por quien era. Hajikano simplemente tenía más buena voluntad de la que podría gastar. Dársela a la gente muy fácilmente hizo que esas personas fueran mucho más lejos y le agradecieran enormemente, por lo que necesitaba ser cuidadosa al elegir a aquellos que no harían un lio por todo ello.
Hajikano no sabía lo mucho que cada una de sus acciones hacía temblar mi corazón.
Cuando nos graduamos de la escuela primaria, fui a una escuela pública del área de Minagisa, como la mayoría de mis compañeros de aula. La Escuela Secundaria Minagisa del Sur. El tipo de escuela con motocicletas en los salones, profesores siendo empujados por los pasillos, grafitis por todo el gimnasio. Si tenías algún tipo de sentido común, te volverías loco en dos semanas. Yo no tenía, por lo que estuve bien.
Hajikano asistió a una lejana escuela privada para chicas. Secundaria Mitsuba, una escuela de muy alta clase. No sé qué tipo de vida tuvo allí. No escuché ningún chisme, y realmente no me interesó saber. Ella y yo estábamos en mundos diferentes.
Nunca más volví a ver a Hajikano desde entonces.
Ya veo, me asentí. Digamos que hay un amor en el que no puedo rendirme, como dijo la mujer del teléfono público.
Entonces, ese amor probablemente se refiera a lo que sentí por Hajikano.
Al terminar mi cigarrillo, dejé a un lado mi sensiblería sentimental, y me levanté. Mi cuerpo dolía por todas partes. Había un ligero dolor en mi garganta. Tal vez, había cogido un resfriado.
Qué día más terrible, pensé.
Pero este desafortunado día mío aún no había terminado.
En mi camino de regreso a casa al caminar al lado de un hotel siendo derribado, y naturalmente, como era de noche, no había ningún trabajador en el lugar; ocurrió un accidente.
Alrededor del edificio había un cercado temporal hecho de paneles llanos, de cerca de dos metros de altura. Desde dónde provenía un traqueteante sonido amenazador. Lo encontré sospechoso, pero seguí caminando. Repentinamente, se escuchó un fuerte sonido de algo que colapsaba en el interior, e inmediatamente después, uno de los paneles cayó con fuerza sobre mí.
Los días malos son malos hasta el final.
Por qué no me aplastó completamente, quién llamó al 119 por mí, qué ocurrió después de que llegara la ambulancia… No recordaba nada de ello. Cuando desperté, me encontraba en una sala de hospital con mis piernas enyesadas. Tras algún corto momento, sentí un fuerte dolor en todo el cuerpo que me hizo querer gritar. Mi visión se oscureció, y empecé a sudar frío.
Afuera, las aves mañaneras trinaban agradablemente.
Y justo de esa manera, antes de entrar en la preparatoria, sufrí una gran herida, y me tomó catorce semanas estar completamente recuperado. Tenía fracturas compuestas en ambas piernas. Justo después de despertar, fui llevado a una mesa de operaciones, y mis piernas estaban atornilladas. Después me fueron mostrados los rayos X; eran fracturas impresionantes, lo suficientemente buenas para ser mostradas en los libros de textos de medicina. No traería cambios a mi vida diaria, ya que aparentemente no tendría efectos secundarios de los cuales debiera preocuparme, pero esto haría que empezara tarde la preparatoria.
Oh bueno, pensé. No es inusual para mí el estar hospitalizado por alguna herida. Podría asistir a la escuela a principios de junio, y para entonces en mi clase ya se deberían haber creado los grupos de amistades. Pero realmente no me veía haciendo amigos apropiados en la preparatoria de todos modos, por lo que no era un gran problema. Por otro lado, si pienso en ello, tal vez sea más fácil concentrarme en los estudios en una sala de hospital más que en el salón de clases.
Y como una cuestión de hechos, fui aterradoramente diligente en mis estudios durante esos tres meses. Escuchando mi música favorita en mi Walkman, leí repetidamente los libros de texto, tomando buenos descansos al cansarme de ello. Mantuve esa simple y honesta vida. La habitación era blanca como una obra de arte minimalista, y no había nada interesante que observar a través de la ventana, por lo que las alternativas más estimulantes eran las matemáticas y el inglés.
Como alguien al que le gustaba disponer de su propio espacio, fui capaz de ver esto como una situación ideal. Se sintió más efectivo que tratar de lidiar con la somnolencia al copiar desesperadamente palabras y fórmulas escritas en una pizarra.
Hacia el final de mayo, un hombre de unos sesenta años llamado Hashiba fue trasladado a mi cuarto debido a su brazo izquierdo roto. Parecía encariñado conmigo al verme tranquilamente sumergirme en mis estudios, y cada vez que cruzábamos miradas, me decía: «Si hay algo de lo que no estés seguro, no dudes en preguntarme» con una expresión sonriente. Había un montón de cosas que no tenía claras sobre la gramática inglesa, por lo que fui a preguntarle algunas veces, y me ofreció explicaciones muy comprensibles que no podían siquiera ser comparadas a las de una persona normal. Pregunté sobre su vida, y me dijo que solía ser maestro. Tenía una pila decente de libros occidentales junto a su cama.
En una tarde lluviosa, Hashiba me preguntó de manera casual.
—¿Qué es lo que significa para ti esa marca de nacimiento?
Era la primera vez que me preguntaban algo como eso, por lo que necesité tiempo para pensar en una respuesta.
—Es la raíz de todo mal —respondí—. Si tan solo no tuviera esta marca de nacimiento, siento como si el 80% de los problemas que ahora mismo tengo pudieran ser resueltos. Hace que los demás tengan prejuicios en mi contra y me hallen repugnante, pero el mayor problema es que por ella, ni siquiera yo me agrado a mí mismo. Las personas no pueden dar lo mejor por quien no les cae bien. Si no soy capaz de quererme a mí mismo, no puedo dar lo mejor por mí.
—Hmm —afirmó Hashiba.
—Por otro lado, al echarle toda la culpa a esta marca de nacimiento, creo que puedo evitar mirar hacia lo que no quiero. Quizás me estoy ridiculizando, poniendo el peso de las culpas sobre esta marca de nacimiento por problemas que, en realidad, podría resolver con el esfuerzo suficiente… Pero, de cualquier manera, no cabe duda de que causa un efecto negativo en mí.
—Ya veo. —Hashiba asintió lentamente—. ¿Algo más?
—Eso es todo. No hay nada de bueno sobre ello. No creo que un complejo de inferioridad ayude a la gente a crecer. Es generalmente el punto de partida para el crecimiento y desarrollo de una naturaleza retorcida. Algunos pueden atravesar su complejo de inferioridad para alcanzar el éxito, pero incluso ellos, se mantienen siendo atormentados por su inferioridad.
—Suena cierto cuando lo dices —dijo Hashiba—. Pero, al mirarte, no puedo evitar pensar en esto: algunos problemas serios crecen gracias a los pensamientos de sus propios dueños. Por supuesto, estoy hablando de aquellos que no pueden huir de sus defectos.
—¿Estás seguro de que no estás confundiendo prudencia con inferioridad?
—No me equivoco. —El rostro arrugado de Hashiba esbozó una sonrisa.
Cuando dejé el hospital, me dio un libro: la versión original de “Ham on Rye”⁴, de Charles Bukowski⁵. Tras ello, empecé a leer cinco de sus páginas al día, con un diccionario de inglés a la mano.
Al final, estaba listo para empezar la preparatoria a principios de julio. Para ese entonces, los estudiantes habrían terminado con sus exámenes finales, libres de esa presión para dejar que sus corazones danzaran ante los pensamientos de las venideras vacaciones de verano.
Los veranos cuando estás en la preparatoria. No pocas personas les llaman los mejores días de sus vidas. Pero el resplandor del verano es algo que se construye desde la primavera. Ser lanzado al centro de todo aquello, desde un mundo con olores antisépticos y blancas paredes, me hizo sentir tan fuera de lugar como si fuera a la fiesta de cumpleaños de un completo extraño.
¿Podría aguantar en este mundo?
La noche del domingo tras salir del hospital, visité la costa. Me había ido a la cama a las 10 de la noche, pero me sentía inusualmente despierto, por lo que agarré mi bastón y salí por la puerta trasera. Me sentía tan nervioso como cualquiera ante el hecho de comenzar en una nueva escuela al día siguiente.
Paré en una tienda por el camino y compré cigarrillos en una máquina expendedora. En la playa, me senté en el malecón y miré hacia el océano débilmente iluminado por la luna creciente por alrededor de una hora. No había estado en la playa en mucho tiempo, pero no descubrí nada interesantemente nuevo. El olor de la marea se sentía un poco más fuerte de lo normal, tal vez.
En mi camino de regreso a casa, mientras caminaba a través de un silencioso distrito residencial, escuché el sonido de un teléfono en la distancia.
Al principio, pensé que provenía desde la casa de alguien. Pero al caminar, se volvió más sonoro.
Fui a dar a una cabina telefónica al lado de la parada del autobús. De ahí es de dónde provenía el sonido.
Algo como esto ya había pasado antes. No pensé demasiado en ello, ya que solo parecía una broma.
Pero desde que recibí esa llamada, desde aquel día, las palabras de la mujer ahondaron considerablemente en mi cabeza.
«Aun cargas con un amor al que no te puedes rendir».
¿Había sido realmente una llamada en broma?
Si no lo era, ¿qué es lo que ella trataba de decir?
… Pensando en ello, sentí como si hubiera estado esperando que me llamara de nuevo desde aquella vez.
Tomé el auricular y escuché una voz femenina familiar.
—Parece que entiendes que no estoy jugándote una broma.
—Admito la derrota —respondí, tres meses más tarde—. Hay alguien con quien no me he podido rendir.
—Sí, así es. —dijo la mujer, satisfecha—. La señorita Yui Hajikano. Aun te niegas a dejarla ir.
No estaba especialmente sorprendido al escucharla decir el nombre de Hajikano. Ella había sido capaz de determinar mi localización y hacer que un teléfono público sonara. No parecía tan extraño que supiera sobre mi amor.
—Entonces ¿cuál es la propuesta de la que estabas hablando?
—Ah… —La mujer pareció impresionada—. Recuerdas bien lo ocurrido hace tres meses.
—Sólo se me quedó en la memoria.
—Bueno, pongamos eso a un lado. Entonces, respecto a la propuesta que quería hacerte… ¿Harías una apuesta conmigo?
—¿Una apuesta? —pregunté.
—Señor Fukamachi. —La mujer dijo mi nombre muy casualmente—. Un verano, cuando tenías 12 años, te enamoraste de Hajikano. Tan acostumbrado a los prejuicios contra ti, el hecho de que Hajikano no tuviera en cuenta tu marca de nacimiento y te tratara como un igual te hizo verla como a una diosa. Seguramente pensaste en querer que fuera tu novia más de una vez.
La mujer se detuvo por un momento.
—… Pero ella era un objetivo demasiado lejano para ti. “No tengo el derecho de amarla”, pensaste, y así suprimiste tus sentimientos por ella.
No lo negaría.
—¿Y? —presioné.
—Pensaste que no tenías el derecho a amarla… pero, al mismo tiempo, pensaste esto: “Si tan sólo no tuviera esta marca de nacimiento, tal vez nuestra relación podría haber sido un poco diferente”.
—Sí, lo hice —admití. Con suficiente seguridad, ella podía ver justo a través de mí, incluso respecto a mi marca de nacimiento—. Pero todo el mundo es así. Si tan solo fuera un poco más alto, si tan solo mis ojos fueran un poco más grandes, si tan solo ms dientes fueron un poco más bonitos… Es más inusual el no tener ese tipo de pensamientos.
—Bien pues —me interrumpió la mujer—, quitemos esa marca de nacimiento. Si eres capaz de ganar el corazón de Hajikano, ganas la apuesta. La marca de nacimiento se irá de tu rostro para siempre. Por otro lado, si no eres capaz de causar ningún cambio en los sentimientos de Hajikano, yo gano la apuesta.
Apreté mis sienes con los dedos y cerré los ojos.
¿Qué es lo que está diciendo esta mujer?
—Esta marca de nacimiento no se irá —murmuré de forma irritada—. He tratado todos los tipos de tratamiento. Pero ninguno de ellos consiguió nada. Es una marca de nacimiento especial. Por lo que esta apuesta no se puede llevar a cabo. Además, no me he encontrado con Hajikano en tres años, desde que nos graduamos de la escuela primaria y cada uno se fue por su lado. Ni siquiera sé que es de su vida ahora mismo.
—Entonces, si la marca de nacimiento desaparece y repentinamente te reúnes con Hajikano, ¿podrías ganar la apuesta?
—Sí, claro. Si ocurriera un milagro como ese.
—Bueno, en cuanto al límite… —La mujer resopló con suavidad—. Veamos. Te daré 50 días. En algunas horas será 13 de julio, entonces comenzará la apuesta, y tienes hasta el 31 de agosto. Gánate a Hajikano para entonces, por favor.
La llamada terminó repentinamente. Me mantuve enfrente del teléfono durante un momento sin mostrar ninguna emoción.
Imaginando la posibilidad, me revisé en el espejo lateral de un auto aparcado bajo la luz de un poste en la calle, pero como siempre, la marca de nacimiento aún estaba en mi rostro. Ni una señal de estar más clara, ni de ser más pequeña.
Así que no era más que una broma después de todo. Alguien con un conocimiento detallado sobre mí estaba jugando con mis emociones con una devoción bizarra y medios muy elaborados. Era difícil de tragárselo, pero no pude imaginarme otra explicación racional. Había montones de personas que se sentían resentidas hacia mí, y en un pueblo tan falto de emoción que aburría, simplemente no se cortaron, los jóvenes irían lejos y se saldrían del camino señalado solo para obtener un poco de emoción. Simplemente nadie tenía nada que hacer. No hallaría extraño si alguien hubiera encontrado los números de todos los teléfonos públicos del pueblo solo para ridiculizarme.
Suspiré, y puse mis manos sobre las rodillas. De repente me sentía agotado, probablemente debido a que mi hospitalización redujo mi resistencia.
Una cosa es segura: estaba sorprendido por mi propio abatimiento. Empecé a aborrecerme por siquiera haber ido a mirarme en el espejo.
¿Todavía no podía rendirme?
Fui a casa, tomé una ducha caliente, y me arrastré hasta la cama. El reloj al lado de la cama marcaba las 3 de la madrugada. Ahora sería descubierto cabeceando en mi primer día de clases.
Cerré los ojos y esperé a perder la consciencia tan pronto como fuera posible. Sólo en momentos como este el pulso de la mano puede sonar como un fuerte metrónomo, mi respiración acelerada para enlazarlo. Me estiré para cambiar el ángulo, pero no tuve efecto. Incluso con la ventana abierta, la habitación estaba extravagantemente húmeda, y mi garganta estaba seca.
Cuando finalmente logré dormirme, el cielo ya se tornaba blanco, las aves mañaneras y las cigarras zumbaban.
Meros minutos de sueño. Pero en medio de ese corto lapso de pérdida de consciencia, el mayor cambio de mi vida tomó lugar.
Los milagros siempre ocurren cuando nadie está mirando.
Notas:
1– NE: Escritor famoso japonés.
2– NE: Dice en inglés: “my junior high life”. Esto puede ser correspondiente al grado 11 de la Educación Preuniversitaria. Aunque también puede corresponderse al noveno grado de la Educación Secundaria Inferior de Japón, es necesario revisar los raw. Pero por lógica, leyendo la novela, debe ser la segunda opción.
3– NT: Creo que con esto se refiere al tan apestosamente popular nazobuko de hoy en día. NE: Sí. Eso, o a pañuelos; uno nunca sabe.
4– NE: “Ham on Rye” publicado como “La senda del perdedor” por Anagrama en 1990, tiene otras ediciones. No es de las obras más conocidas de Bukowski aunque es de sus primeras novelas.
5– NE: Charles Bukowski (1920-1994) Escritor internacionalmente conocido por su “realismo sucio” y “ficción transgresiva” tiene tantos detractores de su prosa como influencia ha tenido en la escritura moderna. De sus obras más conocidas están: “Erecciones, Eyaculaciones, Exhibiciones y Cuentos Generales de la Maldad ordinaria” (En español se encuentra divido en varios libros conocidos como “La máquina de follar” y “Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones”), otras son “Se busca una mujer” y “Cartero”.
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