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Boogiepop y otros — Capítulo 4


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«Naoko Kamikishiro está muerta. Deberías olvidarte de ella», era lo que estaba escrito en la carta. Parecía una impresión de ordenador.

—¿Qué? —Recogí el sobre y lo estudié por un momento, pero todo lo que figuraba en él era mi nombre, «Akio Kimura», y la dirección de mi casa. No había ninguna dirección de retorno y ,a juzgar por el sello, se envió en la misma ciudad donde yo asistía a la escuela secundaria.

Al principio, pensé que debía ser una broma de uno de mis antiguos compañeros de clase. Mi pequeña aventura con Naoko Kamikishiro se hizo pública cuando terminó.

Pero parecía un poco tarde para eso. Habían pasado dos años enteros desde la última vez que la vi, y este tipo de broma se veía un poco irrelevante ahora.

De todos modos, ella desapareció abruptamente durante mi segundo año, y todavía no sé por qué lo hizo. Dudo que alguien lo sepa. ¿Acaso alguien alguna vez logró entender del todo lo que ella pensaba realmente?

 

◇ ◇ ◇

 

Naoko Kamikishiro y yo empezamos a salir de una manera bastante extraña.

Todo esto tuvo lugar no mucho después de que empezara el trimestre de primavera.

Un día estaba fumando un Caster Mild en la parte de atrás de la escuela a la hora del almuerzo, cuando un chico y una chica se aparecieron. Por suerte para mí, estaba escondido detrás de un árbol, así que ellos no me vieron.

Hubo un silencio significativamente largo, así que aproveché la oportunidad para esconderme mejor, esperando poder echar un vistazo.

Pero ellos apenas se miraban; se quedaron ahí parado, inquietos.

«… Ajá».

Tan pronto como entendí lo que pasaba, la chica abrió la boca:

—¿Leíste… la carta? —dijo la chica, con las manos agarradas.

—Hm —dijo el chico evasivamente.

Todo el asunto estaba un poco pasado de moda, y yo estuve a punto de perder el interés, cuando de pronto el chico miró a su alrededor nerviosamente y preguntó:

—Estás sola…, ¿verdad?

—¿Eh? —Ella se quedó en blanco. Y yo también. La mayoría de la gente suele venir sola en momentos como este. Aunque, por supuesto, siempre hay algunos perdedores que necesitan que sus amigos los animen.

—¿No me darás una paliza o ni nada, entonces? —preguntó, aliviado.

¿Qué? ¿Acaso este chico le tiene miedo de las chicas o algo así?

Pero luego finalmente lo entendí.

Sus zapatillas eran azules y las de ella amarillas. Nuestra escuela funcionaba de tal manera que cada grado tenía un color diferente. Yo llevaba unas verdes. El chico era de primer año, y la chica era de tercero.

—¡No! ¡Ni hablar! —Ella exclamó.

En el momento en que comprendí que era mi senpai, ella empezó a verse bastante crecida… y guapa. Soy muy exigente con las chicas, pero me di cuenta de que se había maquillado para que sus ojos se vieran más grandes. Pero era un maquillaje natural, en son de que los profesores nunca lo notasen. También era evidente que trabajaba muy duro para verse siempre alegre.

Pero el otro —ese chico de primer año— se veía como un crío. Era un chico lindo con cara de bebé, aunque un poco ordinario; pero, oye, a algunas chicas les va eso.

—Entonces, ¿qué es esto? —Le preguntó a la chica mayor de forma vacía.

—Ya sabes… —dijo la chica, poniéndose roja y mirándose los pies. Su expresión mostraba con claridad que ello no era nada más que lo que era.

«¿Eh…?».

Comprendió cómo se sentía el chico. Pues él tampoco podía ver el porqué. ¿Por qué esta estudiante en su último año le pedía salir a un chico como él? Era natural mostrarse dudoso en lugar de feliz.

Por supuesto, ahora que estoy en la universidad, conozco muchas chicas que tienen novios más jóvenes que ellas. Pero eso no sucede en la secundaria. Es hasta ahí que te encuentras en una especie de inconfundible sistema feudal. Una chica podía salir con un universitario o con un chico de secundaria o con quien quisiera fuera de la escuela, pero había una regla no escrita que decía que una chica solo podía salir con chicos de su edad o mayores mientras se está allí.

—Um… ¿Kamikishiro-san? —preguntó el chico, muy preocupado. Aquí fue cuando aprendí cómo se llamaba.

—¿Qué? —respondió Kamikishiro, mirándolo con una mezcla de ansiedad y expectación. A los hombres les resultaría difícil decir que no a este tipo de mirada.

Pero él había volteado hacia otro lado, así que no la vio hacer eso.

—¡Lo siento! ¡No puedo hacer esto! —gritó mientras se daba la vuelta y salía corriendo.

—¡Ah…! —Kamikishiro casi fue tras él, pero se detuvo. Sus hombros se desplomaron.

Desde atrás, pude ver su cabeza colgando hacia abajo y un poco de lado. De alguna manera, este ángulo la hizo más hermosa, como una especie de Don Quijote femenino, luchando contra las reglas invisibles de la escuela. He de decir que me impresionó bastante.

Mientras me sentía sumamente impresionado, ella de pronto volvió la cabeza como un viejo saliendo de un baño.

—No otra vez —dijo exhausta, y luego se giró y me miró directamente.

No tuve tiempo para esconderme. Nuestros ojos se encontraron.

—¿Disfrutas del espectáculo? ¡Ja, ja, ja! —Se echó a reír, y se me aproximó. Ella sabía que yo estaba allí todo el tiempo.

—U, n-no. N-no era mi intención mirar —dije, forcejeando.

Ella extendió la mano—. Mis honorarios —dijo mientras sacaba un Caster Mild de mi bolsillo—. Joder, llevo todo el día muriéndome por una fumada de nicotina.

Se metió el cigarrillo entre los labios y me miró expectante. Me apuré a encenderlo.

—Qué diestro —dijo con una sonrisa. Dejó salir una gran bocanada de humo. Su manera de actuar era la opuesta a la de hace un momento.

Pero viéndola de perfil, advertí las huellas de las lágrimas.

—Ibas en serio —dije, esperando que ella lo negara y cambiara de tema.

Pero en vez de eso, ella simplemente asintió y dijo—: Puedes apostar que sí. —Se puso en cuclillas, y continuó—: Más serio que nunca. —Se abrazó las rodillas al pecho y hundió el rostro en la falda.

—¿Por qué no podemos elegir de quién nos enamoramos? Así sería mucho más sencillo… —dijo ella, tristemente.

—Ya, bueno, eso es verdad; aunque francamente, creo dejarse rechazar por un tipo como ese —dije con un tono muy honesto.

Ella levantó la mirada. Sus lágrimas habían hecho que su delineador se corriera un poco. Inesperadamente, ella dijo—: No…

—¿Cómo?

—No seas amable conmigo. No quiero enamorarme de ti también.

—¿¡Qué!? —grité, ahora completamente desequilibrado.

Ella se puso de pie, ya habiendo dejado de llorar, y sonrió.

—Solo bromeaba. Pero eres un buen tipo. Bien pues, ¿cómo te llamas?

—Kimura, 2-B.

—Soy Kamikishiro, 3-F. ¿Tienes pensado ir a clases esta tarde?

—Realmente no. —Me faltaba ver japonés moderno y ciencias políticas, pero pensaba saltármelas.

—Entonces te invito una comida en MOS Burger¹. Ya sabes, para pagarte por levantarme el ánimo. Venga, conozco una salida por la parte de atrás. —Ella guiñó con picardía.

Y así básicamente fue como empezamos.

Eso es más o menos o que fuimos todo el tiempo. Nunca estuvimos realmente «enamorados», como tal. Podría haber parecido que lo éramos desde fuera o algo así, pero ella nunca se enamoró realmente de mí. Al menos, no creo que lo hiciera.

Eso fue hace dos años.

 

 

Eventualmente, Kamikishiro convenció a ese chico de primer año —su nombre era Shiro Tanaka— de que saliera con ella. Cuando ella atacó, nadie pudo detenerla.

En una ocasión, no pude sino admitir—: No sé qué ves en él. —A menudo me llamaba pidiéndome que pasara el rato con ella.

Sí, podrías llamarlo una cita. Veíamos películas, salíamos a comer, jugábamos al billar y apostábamos dinero en el juego. También hacíamos otras cosas; pero ya saber cómo es.

—Bueno, verás… Él es un arquero.

—¿Un arquero? ¿Es del equipo de arquería?

Si mal no recuerdo, estábamos en una de esas lentas ruedas de la fortuna en un parque de atracciones. Era como una postal de esas citas cursis que se ven en un manga con temática de vida escolar.

—Sí. La primera vez que lo vi él seguía en secundaria, y estaba participando en un concurso. ¿Alguna vez has visto uno? Todos se alinean en una fila, y sueltan la flecha. El primero que falla pierde. Fue bastante guay. Él lo hizo bastante bien, aunque perdió al final. Pero sus ojos… Cuando se quedó viendo a ese pequeño blanco de tiro en la distancia, hubo un brillo dentro de ellos. Me puso la piel de gallina. Y entonces, él dejó ir a la flecha… y ¡vaya que voló!

—Eso suena un poco vago… —dije, algo asqueado. Todo eso no tiene nada que ver con el propio Tanaka, o con su personalidad. Pues claro que él se mostraría reacio.

—Prefiero divertirme con alguien como tú, Kimu-kun. Eres más divertido. Y no tengo planeado practicar el tiro con arco. Pero no puedo evitar sentir que ese chico está destinado a cosas más grandes.

—Y yo no lo estoy, ¿quieres decir? Auch. —Hice una mueca.

Las palabras «alguien como tú» dejaban las cosas muy claras. No pude hacer nada cuando ella lo puso de esa manera.

—Sí. Eres como yo en ese sentido. Soy un desastre. Y francamente, tú también, Kimu-kun.

—Eso no te puedo negar —dije, riéndome.

Y era cierto. Si no lo fuera, ¿por qué saldría con una chica que sabía muy bien que tenía otro chico a su lado? De todas formas, estaba enamorándome de ella gravemente a estas alturas. Y ni siquiera consideré tratar de hacerla romper con Tanaka. No era simplemente un desastre; era un jodido accidente de tren esperando por suceder. Encima de esto, ella era a duras penas la única chica con la que me reunía. Sí, éramos exactamente iguales.

—Seré honesta. Shiro-kun no me entiende en absoluto —dijo, suspirando amargamente—. Trata de no herirme, pero siempre habla de forma distante, y eso me duele más. No lo entiende para nada.

—Vaya. Ni yo puedo decir que tampoco lo haga.

—Solo me estoy interponiendo en su camino. No creo que él realmente necesite enamorarse todavía.

En ocasiones, la encontraba casi imposible de entender.

Es fácil hacer lo típico de los chicos y quejarse de que las chicas son complicadas y todo eso, pero su nivel de complejidad era más que claro superior al de otras chicas de su edad. Estoy bastante seguro de que la mayoría de ellas tampoco habrían sido capaces de seguirle el hilo. Por lo tanto, los únicos amigos que sé que ella tenía éramos yo y una chica de su clase llamada Nagi Kirima. Esa chica era incluso más rara que Kamikishiro, así que supongo que por eso se llevaban bien. La verdad es que Kirima era más guapa que Kamikishiro, pero a mí siempre me gustó más Kamikishiro. Incluso ahora.

—Pero ¿nosotros lo necesitamos? Yo diría que sí. Siento que estoy un poco incompleto por mi cuenta, ¿sabes?

—¡Es exactamente eso! ¿Ves?, somos iguales —dijo, dándome una pequeña sonrisa. Se inclinó hacia delante, y puso sus labios sobre los míos.

 

◇ ◇ ◇

 

Estaba seguro de que la carta era una broma, pero algo en ella no dejaba de molestarme. Decidí saltarme las clases e ir a la ciudad donde estudié mi secundaria. Llámalo una corazonada, pero quienquiera que haya enviado la carta probablemente vivía allí.

Mi familia seguía viviendo allá, pero fui a visitarles; simplemente me dirigí directo a la academia Shinyo. No creía que ninguno de los estudiantes actuales estuviera detrás de ella, pero mis piernas me llevaron en esa dirección de todos modos.

—¡Ah! ¡Akio! ¡Por aquí! —Alguien alzó la voz mientras esperaba que llegara el autobús.

Me di la vuelta y encontré a una chica que había estado en la misma clase que yo durante mi primer y tercer año: Touka Miyashita. Lo primero que advertí fue el enorme bolso Spalding sobre su hombro.

—Eh, ¿qué tal? —Le respondí.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¡Que aún no estamos en año nuevo! —Miyashita es una chica guapa, pero nunca me había acercado a ella; por eso probablemente sigamos siendo amigos.

—Ya, no hay una razón en particular. ¿Y tú?

—¿No te has enterado? Fallé en los exámenes. Ahora soy una ronin². Estoy de camino a las clases extraescolares en estos momentos.

—Oh, cierto.

—Síp. Pues supongo que te olvidaste de nosotros cuando te mudaste, ¿eh?

—Qué amargada. ¿Andas peleada con ese novio diseñador tuyo? —pregunté, sabiendo que ella había estado saliendo con un chico mayor en esa línea de trabajo desde su segundo año.

—Ni me hables de él. ¡Nunca me llama! —dijo, haciendo pucheros.

—Probablemente está tratando de no interrumpir tus estudios.

—No, él estudia más que yo. Está tratado de conseguir algún tipo de premio. Me pone de los nervios.

—Hmm…

—¿Qué hay de ti? ¿Ya te has conseguido una chica universitaria?

—Nop —dije, haciendo un mohín.

—Ay, pobrecillo. ¿Esa chica de tercer año aún te trae recuerdos?

—Ella estaba en tercer año entonces. Ahora debería tener veinte años.

—¿Acaso… estás costando sus cumpleaños? ¡Ella te dejó y desapareció! ¡Ya ríndete con ella!

—Eso no es asuntó tuyo —repliqué.

Ella pareció enfadada, pero entonces me agarró la mano.

—¿Q-qué?

—Ven conmigo. Vamos a tomar algo.

Todavía enojada, me arrastró a un café cercano llamado Tristán.

—¿Qué hay de las clases extraescolares?

—Al diablo. Voy a fallar de nuevo este año de todos modos —dijo imprudentemente.

Se metió en una mesa, y gritó hacia el mostrador—: ¡Dos cafés americanos! —Luego se volvió hacia mí para decirme exactamente lo que ya sabía—. Eres un idiota.

—Lo sé —respondí petulantemente.

—No, ¡no lo sabes! Te piensas que eres alguna clase de héroe, ¿no? Con ese lío de hace dos años —declaró Miyashita. Ella siempre ha sido así, una especie de santurrona e inclinada a meter las narices en todo.

—No lo hago. Eso fue solo…

—No fuiste tú, ¿verdad? Su amante. Ni siquiera sabías de quién te estabas haciendo responsables, ¿no es así?

—…

Hace dos años, después de que Kamikishiro desapareciera, encontraron una manta, una almohada y un calentador eléctrico en un almacén cerca del gimnasio, donde nadie pasaba nunca. Era obvio que alguien se había colado en la escuela y había estado viviendo allí. En un principio, se pensó que era un vagabundo, pero luego encontraron un accesorio que había pertenecido a Kamikishiro (según una de las chicas de su clase), y se convirtió en un escándalo para el cuerpo estudiantil.

No sé qué clase de personas eran los padres de Kamikishiro, pero su hija había desaparecido y la escuela sospechaba que estaba involucrada en actividades ilícitas, pero los padres no protestaron en absoluto ante las acusaciones. En su continua ausencia, la escuela hizo preparativos para expulsarla por la fuerza. En ese momento, cierto estudiante varón anunció que él había sido su amante, y todo el infierno se desató después de eso.

—Ella no trajo a ningún extraño a la escuela. No la expulsen —dijo él.

Los profesores ni siquiera fingieron creerle. Pero los estudiantes hicieron un gran alboroto por ello y, para calmar las cosas, la escuela suspendió al chico y renunció al castigo de Kamikishiro.

Pero Kamikishiro no volvió a aparecer. Su nombre fue incluso eliminado de las listas de la graduación, debido a la falta de créditos.

A la postre, todo se redujo a nada. Nunca ocurrió nada realmente en la historia. Empero, como resultado de la conmoción, el chico obtuvo su merecido. Recibió un puñado de cartas de todas sus novias queriendo romper la relación, diciéndole que era un perdedor y que rompían con él por ser un infeliz.

—… No, yo sabía con quién se estaba viendo Kamikishiro. —Le dije a Miyashita, sonriendo levemente.

—Mentiroso.

—No, en verdad lo digo.

—Entonces, ¿quién era? ¿Por quién te dejó?

—Un extraterrestre. Se la llevó consigo al espacio.

Apenas salieron las palabras de mi boca, una bofetada resonó en el café. Miyashita me había dado una en la cara.

—¡Contrólate! ¡Sé hombre, y supérala! —dijo ella, furiosa.

No es que tuviera ningún sentimiento especial por mí, claro está. Ella era simplemente esa clase de chica.

—Lo siento —dije, frotándome la mejilla tímidamente.

Pero no estaba bromeando. Eso fue exactamente lo que Kamikishiro me había dicho.

 

 

 —Kimu-kun, ¿crees que la existencia humana está justificada? —preguntó Kamikishiro, de la nada un día.

—No —dije al instante. Me estaba acostumbrado a sus sinsentidos.

—Caray, yo tampoco —suspiró.

Estábamos acostados uno al lado del otro en la orilla del río que corría a lo largo del camino que conducía a la escuela. Como la mayoría de los estudiantes tomaban el autobús, casi nadie caminaba por aquí. Ya estaba oscuro, y podíamos ver las estrellas sobre nosotros.

—Los humanos no son tan grandiosos. Por mucho que avance nuestra civilización, parece que no podemos hacer nada que nos haga más felices —dije, obviamente, tratando de impresionarla con algo profundo.

—Sí… Tal vez —contestó. Se le veía bastante seria.

—¿Por qué preguntas?

—Acabo de conocer a un tipo, pero…

—¿Te enamoraste otra vez? ¿Qué pasó con Tanaka? —pregunté, sorprendido.

—Sí. Sí, lo estoy, pero dejemos eso de lado por un momento —dijo, sentándose. Miró el reflejo vacilante de las luces de la ciudad en el agua en movimiento del río—. Él es del espacio exterior.

Se la veía seria. Tenía que estar bromeando, pero no parecía estar esperando a que me riera, así que lo tomé como una especie de metáfora, y simplemente asentí.

—Pero no creo que sea de otro planeta. Es algo así como…, en el espacio hay una gran conciencia, y lo envió aquí para, ya sabes, «probar a la humanidad» o algo así. ¿Supongo que sería como los robots de inspección que siempre aparecen en los cuentos de Shinichi Hoshi? Pero él no es una máquina ni nada de eso. Es solo que su cuerpo no es algo que exista en la Tierra. Puede, como, convertirse en cualquier cosa. Así que, cuando aterrizó en la Tierra, se disfrazó de humano e intentó examinar el mundo, pero hubo algunos errores, y no logró hacer bien lo de ser humano.

—…

—Ha evolucionado más de la cuenta. Tiene más poder dentro de él que el que cualquier humano tendrá en mil años…, no, ¡en diez mil años! Aparentemente, el espacio es tan grande que no pudieron relacionarlo con el tiempo de la Tierra, así que su verdadera naturaleza salió antes de tiempo, y el gobierno o algún tipo de gran corporación se apoderó de él. Pero los idiotas pensaron que era un mutante, e hicieron todo tipo de experimentos con él y lo clonaron. Pero, a diferencia de él, esa copia clonada se convirtió en un brutal comehombres.

Ya no tenía la menor idea de lo que ella estaba hablando. Elegí mantenerme callado hasta que pudiera retomar el hilo.

—Él quiere comunicar todo esto, pero no puede. Estaba programado de tal manera que no podía hablar con los humanos directamente. Era en son de que no revelara su verdadera identidad a nadie. Lo cual estaba bien. Quiero decir, después de todo, fue enviado aquí para probar a los humanos y ver si serían amables con él. No estaba aquí para negociar o hacer discursos ni nada por el estilo. Solo estaba aquí para observar, así que lo llamaron Ecos, ya que todo lo que puede hacer es reflejar las palabras que la gente le dice.

—…

—Pero el comehombres mató a todos en el centro de investigación, y escapó. Ahora mismo, está escondido en algún sitio dentro de la sociedad humana. Pero Ecos fue en pos del comehombres, y entonces… se topó conmigo.

—¿Qué va a hacer si lo atrapa?

—Luchar contra eso, supongo. Si no lo hace, se apoderará del mundo o algo así.

—Pero es un extraterrestre. ¿Por qué le importa lo que pase aquí?

—Sí, tienes un punto, pero… básicamente, él es muy amable.

—¿Eso es todo?

—¿No es suficiente? ¿No es la amabilidad la mejor motivación que alguien puede tener? —preguntó, mirándome con cierta solemnidad. Luego, dejando escapar un suspiro, dijo—: La mitad de esto es solo yo leyendo entre líneas. Creo que él también tiene algún otro motivo complicado. Ya sabes, algo acerca de mantener el equilibrio del planeta. Pero si eso fuese todo… sería un poco triste, ¿no crees? —susurró, bastante abatida. Parecía al borde del llanto, lo que me hizo sentir incómodo.

Sentí la clase de opresión en el pecho que creí haber dejado en la secundaria.

Aclaré mi garganta para ocultar este sentimiento, y dije deliberadamente áspero:

—Entonces, ¿cómo diablos es que ese tal Ecos te explicó todo esto? Pensé que no podía hablar. —Fue un estúpido comentario de tiquismiquis.

Ella entonces dijo—: ¡Ja, ja, ja! ¡Eres muy listo! No puedo engañarte. —Echó una carcajada.

—¿Eso es todo? —pregunté. La historia era demasiado detallada para ser descartada así.

—Síp, solo estaba bromeando. ¡Era solo un tonto cuento de hadas! —dijo Kamikishiro con una sonrisa pícara apoderándose de las comisuras de su boca.

Nos quedamos sentados en silencio por un rato.

—Pero si Ecos gana, —ella fue la primera en romperlo— probablemente volverá a su hogar en las estrellas.

—Me suena romántico. Un poco como el festival de tanabata.

—Me preguntó qué les dirá de nosotros los humanos. Supongo que no hay muchas posibilidades de que diga «No os preocupéis, son una buena especie», ¿verdad?

—¿Dónde está ahora?

—Escondiéndose en la escuela. No se lo digas a nadie.

Solté una risa.

—No te preocupes, no lo haré.

Estúpida promesa.

Debido a esa promesa, me suspendieron y tuve que bajar mis ambiciones para la universidad. Pero como convertí a todos mis amigos en enemigos y pasé el resto de la escuela aislado, no tenía nada que hacer más que estudiar y, eventualmente, usé mis notas para compensar el pobre informe de mi conducta.

—Las estrellas están muy lejos —dijo Kamikishiro, mirando al cielo nocturno.

—Están más lejos que nuestras vidas —dije. No estoy seguro de lo que su historia significaba realmente, pero se las arregló para obtener la respuesta que quería de mí, ya que le dije—: Pero si abres tu corazón a Ecos, estoy seguro de que sabrá querer a la humanidad.

—¿Tú crees?

—Quiero créelo. Porque la historia que me contaste no nos deja ninguna salvación.

—Sí. Espero que tengas razón —dijo, volviéndose hacia mí y sonriendo.

Pero en ese momento, no quería que sonriera. Quería que se enfadara conmigo por decir algo tan estúpido. Intenté pensar en algo aún más estúpido para decir, pero en vez de eso volvimos a casa. Me fui por el camino a la estación, y ella volvió a la escuela, diciendo que tomaría el autobús.

Esa fue la última vez que la vi.

No vino a la escuela al día siguiente. O al día después de ese. Ella no volvió a venir.

 

◇ ◇ ◇

 

 

Dos tazas de café americano aparecieron delante de Touka Miyashita y de mí. Miyashita captó la mirada interesada de la camarera y se tranquilizó un poco.

—Lo siento, no debí haberte abofeteado. Aun así… —dijo en voz baja.

—No te preocupes. Lo sé. Soy un idiota.

—Realmente creo que necesitas dejarla ir. Ella… ¿Cómo se llamaba?

—Naoko Kamikishiro.

—Oh, cierto. No la conocía muy bien, pero creo que, si realmente le gustases, Akio, ella querría que siguieras adelante. Por eso no dijo nada cuando se fue. ¿Tiene sentido?

—Eso…, eso estaría bien.

La verdad es que estoy bastante seguro de que nunca se lo pensó dos veces.

Eventualmente, Touka Miyashita me dejó ir, exhortándome por la fuerza a animarme.

Nos separamos en la puerta de la cafetería.

—Cuídate. ¿Sabes?, realmente deberías hacer algo con ese complejo de héroe tuyo. Te meterá en problemas un día de estos. Aún te quedan exámenes para los que estudiar.

—Supongo —dijo ella con la cabeza hacia un lado—. Pero yo…

—Como quieras —dije, girándome para salir.

Ella entonces me llamó:

—¡Kimura-kun!

Volteé hacia atrás y casi me tropiezo con mis propios pies.

Quien estaba allí era sin duda alguna Touka Miyashita, pero por alguna razón sentí que estaba mirando a una persona completamente diferente; un muchacho. Era como si se hubiera transformado o algo así.

—¿Qu-qué pasa?

—Naoko Kamikishiro cumplió su deber admirablemente. Deberías cumplir con tu propio deber, y hacerla sentir orgullosa. Es lo único que puedes hacer por ella —proclamó como si estuviera dando un discurso en el escenario.

Entonces se giró sobre su talón y se perdió entre la multitud.

—…

Me quedé mirándola, observando a la multitud seguir adelante.

 

◇ ◇ ◇

 

Para cuando mi autobús llegó a la parada frente a la academia Shinyo, ya había pasado la puerta de sol, y no había estudiantes a la vista. Aparentemente, incluso los equipos deportivos dejaron de entrenar y se tomaron el día apenas oscureció. Esto debe ser el motivo por el que ninguno de nuestros equipos ha clasificado para los torneos nacionales. No había cambiado nada desde la última vez que estuve allí.

Las puertas estaban cerradas. Los forasteros tenían que identificarse por un intercomunicador para entrar, por lo que les pasé por el lado.

Entré en la escuela a través de un hueco entre las vallas que Kamikishiro me había mostrado.

El oscuro terreno de la escuela se hallaba silencioso como un edificio abandonado. El imponente edificio de la escuela parecía una especie de lápida gigante que se asomaba.

Hasta hace un año, yo había venido aquí todos los días. Pero ahora, era un extraño.

No tengo mucho que decir sobre mis años en la escuela secundaria, pero sentí un dolor en el pecho cuando pensé en la poca conexión que tenía ahora con mi pasado. Recuerdo a Kamikishiro y el abuso que sufrí después del incidente como si fuese ayer, pero el resto fue hace ya mucho tiempo.

—…

¿Por qué he venido aquí? Si buscaba el origen de la carta, este lugar no iba a ser de ninguna utilizad.

Pero este instituto era la única conexión que me quedaba con Kamikishiro. Alguien más se había mudado a su apartamento. No quedaban rastros de ella.

No había ningún otro sitio al que pudiera ir.

Ella simplemente no estaba aquí.

Sí. En algún lugar en mi interior, me pregunté si la propia Kamikishiro había enviado la carta.

Pero probablemente estaba equivocado. Incluso aquí en la escuela, ella no estaba. La carta no era más que una broma.

Todo había terminado. Todo quedó en el pasado.

—…

Miré al cielo. Estaba nublado, y no podía ver las estrellas. Con eso y todo, sentí que podía verlas como cuando solía acostarme junto a ella en la orilla del río.

Me había contado todos sus secretos, metafóricamente. Me lo dijo a mí; no a Shiro Tanaka, ni a nadie más. Y nunca entendí lo que ella quiso decir con eso.

¿No era suficiente? Esa es toda la razón por la que necesitaba amarla por el resto de mi vida. Por mucho que me enamore de otra chica, ella siempre vivirá dentro de mí de la forma en que fue; imposible de entender, y más que un poco loca.

—Enamórate, doncella; la vida es corta.

Susurré un fragmento de la canción de la góndola que ella siempre solía cantar mientras yo deambulaba por la escuela.

Me encontré frente al gimnasio. De pronto, quise ver el almacén donde el intruso se había escondido. La relación que ambos tenían exactamente sigue siendo un misterio, pero era el último rastro conocido de ella.

Tomé una linterna de los suministros de emergencia, e iluminé alrededor del gimnasio. Había olvidado la mitad de las características del lugar. Supongo que realmente quería borrar de mi mente todo recuerdo del instituto.

Encontré una especie de puerta o cubierta o algo por el suelo, cerca de la entrada principal. Me imaginé que debía ser eso. Así que me agaché y la abrí.

Era solo un espacio vacío. Pilares de hierro, suelo de hormigón, techo desnudo. Los cimientos del gimnasio, supongo. Diseñados para absorber el impacto de un terremoto.

En mis tres años aquí, jamás supe que este era el lugar donde estaba.

«Supongo que esto no es…».

Me giré para irme.

Pero algo se movió cerca de mi pie.

Hubo un crujido seco.

—¿Hm…?

Iluminé con la luz a mis pies.

Había algo negro y seco. Al principio pensé que era un guante, tal vez olvidado por un obrero, pero era demasiado delgado para eso.

No estaba destinado a ser puesto sobre una mano. Era una auténtica mano.

—…

Me quedé mirándola por un momento, conmocionado, pero entonces… grité.

Era una mano humana momificada.

«¿¡Q-q-q-qué demonios es esto!?».

Mis rodillas cedieron, y me caí de culo.

Cuando Kamikishiro desapareció, ella no había sido la única. Otras estudiantes se hubieron desvanecido antes y después de ella.

Nunca lo había relacionado…, pero no se me ocurrió otra razón para que una mano estuviera en el suelo de la escuela.

Tal vez fue porque la pateé o tal vez fue la exposición al aire exterior, pero, en cualquier caso, la mano se desmoronó hasta convertirse en polvo ante mis propios ojos. Y a los pocos segundos ya no quedó nada de ella.

«¿Qué significa esto? ¿Qué demonios pasó aquí hace dos años?».

Pero no había nada que me diera esas respuestas. No tenía nada que hacer más que sentarme en la oscuridad, temblando de miedo…

 

 

Notas:

1– Una cadena de restaurantes de comida rápida originaria de Japón que, junto con McDonald’s, es la mayor franquicia de comida rápida del país.

2– Un estudiante que falló en sus exámenes de ingreso a la universidad, y que actualmente asiste a clases extraescolares. Keitaro Urashima, de la serie Love Hina, es un buen ejemplo de ronin. En tiempos feudales, un ronin se refería a un samurái sin amo.


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